Ha sido reconocido como el mejor facultativo especialista joven del país. El doctor Enrique Salmerón-González es un médico albacetense que estudió en la Facultad de Medicina de Albacete.En mayo del año pasado acabó su residencia en Cirugía Plástica y Reparadora en el Hospital de la Fe de Valencia. Fue premiado por cuatro Reales Academias y con el galardón de mejor MIR de su hospital. A finales de noviembre recibía un nuevo espaldarazo a su trayectoria con el Premio al Mejor Especialista Joven de España, que otorgan Sanitas, el Ministerio de Sanidad, el Ministerio de Universidades y el Consejo Nacional de Especialidades Médicas.
En el final de su etapa formativa tuvo que lidiar con un importante enemigo, el coronavirus, y trabajar de apoyo de otros especialistas en las unidades Covid.
¿Qué supone para su carrera este nuevo galardón?
Este reconocimiento, aparte de ser un absoluto honor y una suerte, supone la culminación de un periodo de muchísimo trabajo y esfuerzo. Reconoce al especialista con mejor trayectoria científico-académica de una promoción de médicos a nivel nacional. Sin embargo, pienso que hay que interpretar con prudencia su significado, porque es muy altisonante. Contar con más méritos académicos no implica ser mejor profesional, y entre los candidatos a este premio están muchos de los médicos más brillantes de todas las especialidades y de cada hospital de España. Por otra parte, aunque el premio tenga un solo ganador, pienso que realmente supone un reconocimiento a todo el colectivo de los médicos jóvenes y a la cultura del esfuerzo que representamos.
¿Cómo ha vivido este año tan atípico marcado por la pandemia?¿Ha tenido que ver secuelas de pacientes que han sufrido el Covid?
Supongo que un poco como todos. Con hartazgo, indignación y tristeza por toda la gente que está sufriendo las consecuencias de esta enfermedad. Aunque por mi especialidad, no he tenido que tratar a pacientes Covid de su enfermedad, sí he seguido realizando procedimientos de cirugía reconstructiva en casos urgentes de pacientes que presentaban tumores o traumatismos severos y, entre ellos, algunos eran portadores del virus. En este sentido, aunque en los hospitales nos ha puesto muy difícil el trabajo por la falta de disponibilidad de quirófanos y camas, uno de los peores daños colaterales a mi juicio está siendo la cantidad de retrasos diagnósticos y terapéuticos que se están produciendo, debido en parte a la saturación de los recursos y al miedo de los pacientes a asistir a los hospitales.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del virus como médico?
Lo poco que sabemos con certeza sobre ciertos aspectos de este virus, y el golpe de realidad que ha dado a nuestra sociedad. Por suerte, su tasa de mortalidad es relativamente baja, pero a nadie escapa que un virus con esta tasa de infectividad, y una mayor mortalidad, podría diezmar severamente la población mundial y dañar profundamente a nuestra sociedad (este virus de hecho, ya lo ha hecho, y habrá que ver cuánto tiempo tardamos en recuperarnos).
Además, ha puesto una vez más de manifiesto lo egoístas que podemos llegar a ser y la incapacidad de nuestra sociedad para asumir limitaciones en nuestras vidas, como limitar nuestros contactos sociales por un bien común.
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