Han denunciado que el manual que los extranjeros deben estudiar para aprobar y así obtener la nacionalidad española contiene errores de bulto, entre otros que Rajoy es el presidente actual o que en España rige la pena de muerte. Se ha procedido a corregirlos, en medio de un considerable escándalo, cuando quizá a esos aspirantes a españoles debería habérseles dejado en el error, al menos en el asunto de la pena de muerte: saber que en su país de acogida se emplea ese rigor para prevenir el delito seguro que les hubiera obligado a ser doblemente ejemplares. Por lo que hace a nuestro gobernante, a quien solo aspira a unos papeles tanto le da que sea Rajoy como Recesvinto, porque ese es un conocimiento inútil que no a va contribuir a su bienestar. No deberíamos ser tan exigentes con los extranjeros cuando no lo somos con los autóctonos. Hace tiempo que los pedagogos y psicólogos laboran por que se destierren aquellos conocimientos que no tengan aplicación a la vida cotidiana, y saberse los ríos de España, las figuras literarias o ejecutar un do sostenido solo puede provocar estrés si uno solo aspira a ser empaquetador de Amazon, cuanto más si lo que quiere es solamente ser español. Pretendemos que los que quieren entrar en el gremio de la españolía tengan una cultura básica, incluyendo gazapos, que no tienen ni los propios españoles o los visitantes esporádicos a los que recibimos con los brazos abiertos, aunque confundan España con la capital de México. Si alguien quiere nacionalidad española, el requisito debería ser que se integre y mimetice con los de origen, en igualdad de oportunidades, y ello conlleva que pueda aprobar sin presentarse al examen.