No están en la primera línea, pero su labor es vital para frenar los contagios del coronavirus y evitar que de nuevo el sistema sanitario público se sature como ocurrió en los primeros momentos de declararse la pandemia. Un auténtico ejército de enfermeras de vigilancia epidemiológica trabaja de lunes a domingo en los diferentes centros de salud de la capital y la provincia, en perfecta sintonía y coordinación con los médicos y enfermeras de Atención Primaria, para detectar de forma precoz nuevos contagios fruto de la declaración de brotes y rastrear a todos los contactos de las personas que dan positivo a Covid-19.

De las 427 enfermeras de vigilancia epidemiológica (EVE como se las conoce) que trabajan en la actualidad en Castilla-La Mancha en esta labor de detección, una tasa superior a la que recomienda la OMS de una enfermera por cada 5.000 habitantes, 25 trabajan al servicio de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete, y en torno a 70 en el conjunto de la provincia.

Buena parte de la buena situación en cuanto a evolución de la pandemia que registra en estos momentos Castilla-La Mancha, a pesar de haber sido una de las regiones más golpeadas en sus inicios por el Covid-19, se debe a la labor de control que están llevando a cabo estas profesionales, que en el caso de la provincia de Albacete iniciaron su actividad el pasado 15 de mayo y desde entonces hasta ahora han conseguido la confirmación de 329 casos positivos de coronavirus y tienen en seguimiento estrecho 1.311 contactos de las personas contagiadas.

Datos que extrapolados a la GAIde Albacete se concretan en que gracias a los rastreos se han confirmado 226 casos positivos de Covid-19 y localizados a 943 contactos estrechos (una cifra en la que se no incluyen  los casos de la última semana, solo hasta el 2 de este mes).

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