«La educación es absolutamente esencial»

A.D
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El hellinero Ignacio Bosque, junto a Emilio Lledó, protagonizó el diálogo inaugural del segundo Encuentro del Lenguaje: Ciudad de las palabras.

Ignacio Bolsque - Foto: José Miguel Esparcia

¿Cuáles fueron los retos como coordinador de una Nueva Gramática de la Lengua Española?, ¿implicó muchos cambios con respecto a la anterior?

La última gramática académica era de 1931. En 1973 se publicó un anticipo (llamado oficialmente Esbozo) de lo que sería una nueva gramática del español, pero pasaban los años y no se publicaba la nueva versión. El proyecto del yo fui coordinador se culminó en 2009 y nos llevó 11 años de trabajo. El cambio más importante respecto de las versiones anteriores es el hecho de que en esta edición participaron todas las Academias de la Lengua. Es, por tanto, la gramática que atiende más pormenorizadamente a las variantes de la lengua española en todo el mundo. 

¿Cuál es el lugar de los lingüistas en el mundo de hoy?

La lingüística actual está dividida en gran número de subdisciplinas, ya que casi todas las actividades humanas tienen alguna relación con el lenguaje. Simplificando mucho las cosas, le diría que a unos lingüistas les interesa sobre todo la relación entre lenguaje y sociedad, y a otros les interesa sobre todo la relación entre lenguaje y pensamiento. Cada una de esas dos grandes corrientes está dividida, a su vez, en múltiples parcelas, por no hablar de las aplicaciones técnicas de la lingüística moderna (entre ellas, algunas tan importantes como la traducción automática). Por cierto, el que usted pueda dictar un mensaje de voz y su teléfono móvil lo convierta en texto ha sido posible gracias a la colaboración entre lingüistas e ingenieros. 

¿Sufre mucho la lengua española al emplearla en las redes sociales? ¿Pueden desde la RAE controlar ese empleo o es una guerra perdida y vamos a la simplificación?

Muchos usuarios del teléfono móvil saben que los acortamientos de los mensajes de texto responden a un código especial que no debe aplicarse a otros medios. Hasta ahí, nada que objetar. El problema surge cuando algunos estudiantes escriben sus exámenes con esos mismos recursos. No son muchos, afortunadamente. Pero no le niego que algunas personas con título universitario tienen dificultades para redactar un escrito de manera fluida y articulada. Eso es preocupante, ciertamente. 

¿Hablamos y escribimos cada vez peor en ámbitos como el periodístico o político?

En general, los textos periodísticos están bien redactados, y eso que muchos de ellos se escriben a gran velocidad. No tengo la misma opinión sobre algunos textos científicos escritos en español.  

Es frecuente encontrarnos con el empleo de otros idiomas, como inglés, en nuestro día a día, cuando podríamos emplear el castellano en mundos como el de la moda, por ejemplo. ¿Cómo se podría revertir esta tendencia?

El peso de una lengua cualquiera en el mundo está condicionado por variables económicas, sin duda. Son muchísimas las obras literarias escritas en español que se traducen a otras lenguas, y muy pocas, en cambio, proporcionalmente, las obras científicas escritas en español que se vierten a otros idiomas. La simple comparación de esas cifras es sumamente ilustrativa. 

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