La reina de la voz quebrada

Maricruz Sánchez (SPC)
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Janis Joplin pasó a la historia del rock hace medio siglo como un alma impulsiva y apasionada. Una erudita de talento innato que dejó en herencia su estilo único

La reina de la voz quebrada

Janis Joplin pertenece al famoso y macabro Club de los 27, integrado por aquellas estrellas que murieron trágicamente a esa temprana edad. Un clan de vidas fugaces, pero extraordinarias, del que forman parte también Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse, pero en el que ella brilla especialmente. Por su espíritu de alma impulsiva y apasionada, como un ser con un destino sentenciado por el dolor pero, sobre todo, por ser una de las artistas más extraordinarias que ha dado la historia del rock. La reina de la voz quebrada, una perfeccionista, una música erudita que poseía un talento innato.

El estilo vocal de Joplin llenó la brecha entre el blues tradicional y el hard rock, y sus actuaciones mostraron que su estilo podía ser sensual y romper a la vez los roles tradicionales de género. Un conjunto único al que se añadía un colorido guardarropa, el de una mujer de comentarios ingeniosos y extraordinariamente abiertos a la prensa, que se convirtió en todo un icono en su época. 

A pesar de ello, su impacto en la música y la cultura popular sigue siendo injustamente subestimado en los libros de rock. Para acabar con esta tendencia, y coincidiendo con el 50 aniversario de su muerte este mes, ve la luz ahora la biografía más completa jamás publicada sobre la artista. Un relato, impecablemente dirigido por la reputada cronista, galardonada escritora y consultora musical Holly George-Warren, que ve la luz de la mano de Libros Cúpula. El retrato íntimo que consagra a Joplin como la gran revolucionaria, la pionera, la mujer compleja y rebelde que dinamitó para siempre las fronteras de género en el complejo universo musical.

Nacida en Port Arthur en 1943 en el seno de una familia blanca y sureña, los orígenes de Janis no invitaban a desafiar lo convencional, aunque ella lo intentó desde su adolescencia: escuchaba música afroamericana gracias a sus amigas negras de la escuela y cantaba en el coro del centro, mientras ampliaba sus influencias a artistas de la talla de Odetta, Billie Holiday o Big Mama Thorton. 

Quizá, por eso, se largó de casa a los 16 años, casi con lo puesto, hacia Luisiana, y se adentró en el blues y el jazz. Allí pasó por la universidad, aunque no completó sus estudios, y puso rumbo a Austin, donde comenzó con una banda, la Waller Creek Boys, se aficionó al alcohol y se hizo seguidora del movimiento beatnik, germen de la corriente hippie. 

La eclosión

En 1963, Joplin se trasladó a San Francisco, para meterse de lleno en el ambiente musical, rodeada por los artistas del momento y, solo un año después, comenzó a producir canciones. Pero sus excesos, también con las drogas, empezaron a dañar seriamente su salud física y emocional. 

De regreso a San Francisco ingresó en la Big Brother and The Holding Company, incorporando una voz femenina única, irrepetible, feroz, brutal. Pronto asumió la dirección del grupo, imponiendo su personalidad arrolladora y, a principios de 1967 el grupo firmó su primer álbum. Después llegaría el éxito en el Festival de Monterey, la popularidad, un nuevo conjunto, la Kozmic Blues Band, e incluso un parón en su carrera y el abuso de las drogas.

De vuelta a la música con la Full Tilt Boogie Band, en 1970, Joplin se metió de lleno en la grabación de su disco fetiche. Con el trabajo aún sin editar, una sobredosis de heroína de máxima pureza se la llevó sola, en una habitación de hotel. Pearl salió al mercado tres meses después de su muerte y se convirtió en el álbum más popular de su carrera, con más de ocho millones de copias vendidas.