El CP Villarrobledo logró la gesta de subir a Segunda B a pesar de los graves problemas económicos que en muchos sitios hubieran significado la muerte de la entidad. El empeño de los hermanos Berni y Alfonso de la Cruz y el apoyo de todo el pueblo logró impulsar a un grupo de jugadores y técnicos involucrados al máximo para lograr el sueño de jugar en la categoría de bronce.

Una vez llegados allí se pudo solucionar el problema económico, aunque obviamente el potencial a nivel monetario del club ya le hacía partir en el potente grupo IV de Segunda B como uno de los más modestos.

Con ilusión y arropados por un Municipal de la Virgen de la Caridad deseoso de ver fútbol de una categoría superior, el CP Villarrobledo inició la temporada sin saber que los problemas de lesiones iban a mermar en demasía una plantilla acorde a su humilde economía.

Dani Cabezuelo arrastraba la lesión de la temporada anterior y tardó varios meses en estar disponible. El central José Rodríguez caía en la primera jornada y también le costó muchas semanas recuperarse, pero la lesión más grave se producía cuando Jesús Castellanos perdía a su hombre referencia y gran artífice del ascenso, Nacho Huertas, que dijo adiós a la temporada a finales de octubre.

El equipo mantuvo le tipo en la primera vuelta, logrando buenos resultados en casa pero teniendo su caballo de batalla fuera de casa. Metido en la 18ª plaza pero a un punto del puesto de promoción y dos de la salvación, Jesús Castellanos confiaba en que manteniendo el nivel en casa y sumando algo más fuera, donde sólo habían sido capaz de lograr un punto con un empate en casa del Mérida, la salvación se podía conseguir.

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