El cinematógrafo de La Unión

Elvira Valero de la Rosa
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El 7 de julio de 1900 se constituía en Albacete la primera sociedad dedicada 'ex profeso' a la adquisición y explotación de un cinematógrafo dentro y fuera de la capital

Paseo de Alfonso XII (actual La Libertad). A la izquierda el viejo Gobierno Civil, a cuya puerta se instalaría la barraca de cine de La Unión. - Foto: Archivo Histórico

La primera proyección de cine tuvo lugar en París en el año 1895 gracias al cinematógrafo de los hermanos Lumière. Dos años más tarde llegó a Albacete. La historia en nuestra ciudad comenzó el domingo, 5 de diciembre de 1897, con una película exhibida en el Casino Artístico, según refieren Jesús García Rodrigo y José Fidel López Zornoza en su obra La aventura del cine (Albacete, en el centenario del séptimo arte). En los años siguientes fueron los feriantes los que ofrecían sesiones en improvisados barracones durante la Feria. El cine necesita público, y el público, novedades. ¿Qué mejor oportunidad para prolongar el interés de las películas que cambiar de escenario y contar con nuevos espectadores? Los empresarios solicitaban permiso al Ayuntamiento para instalarse durante la Feria. El cine ampliaba la variedad de espectáculos y, frente a otras atracciones, permitía exhibiciones nocturnas gracias a la electricidad. Toda una novedad.

Fuera de estas ocasiones, habrá que esperar hasta el día 7 de julio de 1900 para que se constituya la primera sociedad, de nombre La Unión, dedicada ex profeso a la adquisición y explotación de un cinematógrafo dentro y fuera de Albacete. El expediente que nos proporciona estos datos inéditos procede el fondo judicial del Archivo Histórico Provincial de Albacete (caja número 18.946, 2) y ha sido estudiado y publicado recientemente por Jean Claude Seguin, catedrático emérito de la Universidad de Lyon, quien dirige un portal en internet dedicado a los orígenes del cine (1896-1906) en https://www.grimh.org/index.php?option=com_content&view=article&layout=edit&id=9730&lang=fr#1903.

La Sociedad albacetense La Unón estaba compuesta por nueve socios, la mayoría de ellos camareros, encargados de la repostería y arrendadores del salón de recreo del Casino Artístico, y el escribiente de la secretaría, Miguel Sánchez Aroca, que ejerció como apoderado del resto: Pedro Fernández Sebastián, José Portero García, Raimundo Rubio Soriano, Juan José Rubio Villaplana, José Martínez Parra, Asensio Robles Villalba, Lorenzo Rubio Núñez y José Antonio García Sánchez. El capital aportado por cada uno fue de 250 pesetas que no alcanzaron a cubrir los costes de puesta en funcionamiento del negocio. El cinematógrafo, modelo Vitascope Edison nº 89, tuvieron que financiarlo con el proveedor, el comerciante albacetense don Agustín Orovitg Rosich, firmando una escritura en la que los socios reconocían la deuda de 1.500 pesetas con este y se comprometían a reintegrar la cantidad en dos letras, giradas una en septiembre y otra en diciembre. Como garantía del pago quedó hipotecado el aparato.

Pero no era el proyector lo más caro, las películas tenían precios verdaderamente prohibitivos. Sirva como ejemplo el caso de una gran producción de la época: Juana de Arco, rodada en 1900, por la que mostró interés Agustín Orovitg. Su precio era de 1.000 pesetas en blanco y negro, o de 1.700 coloreada. La tarifa eléctrica diaria era de 25 pesetas por función, las 13 lámparas de 10 bujías, a real cada una, sumaban 3,25 pesetas, más las ocho luces de la horchatería, 10 pesetas semanales. Para comparar con el nivel de vida, diremos que un alquiler de casa oscilaba entre las nueve y 10 pesetas mensuales, y el sueldo de Miguel Sánchez Aroca como escribiente del casino ascendía a diez reales diarios (2,5 pesetas), similar al de un bracero 9,5 reales y muy por encima de los camareros del casino artístico que, debido a las bajas de los socios y cierre del salón de recreo, vieron mermado su salario a cuatro reales, amén de dejar de percibir las propinas.

a juicio. Por ello no es de extrañar que una de las letras no llegara a pagarse en los plazos convenidos y Agustín Orovitg interpusiera un juicio en reclamación de 750 pesetas. El acto de conciliación se celebró el 22 de enero de 1901, los demandados no acudieron, por lo que fueron condenados en costas y el demandante autorizado a retener el cinematógrafo. Pero su recuperación no fue fácil. Por lo pronto, el aparato no se encontraba en Albacete, sino en Alicante, ciudad en la que por medio de un exhorto se requirió su entrega, resultando que el cinematógrafo había sido trasladado a Madrid.

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