Ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis provocada por el coronavirus. Durante muchos meses, la cultura ha permanecido en dique seco, un sector que emplea a 700.000 personas en todo el país y que en 2019 aportó el 3,2 por ciento del PIB español. El cierre absoluto de los teatros y espacios escénicos supuso una debacle para la gran mayoría de las más de 122.000 empresas que se dedican a la cultura en España. A las puertas de estrenar la no Feria y a excepción de alguna actividad aislada, el Teatro Circo vuelve a subir el telón el 8 de septiembre y se prepara para un otoño intenso y repleto de espectáculos escénicos. Ricardo Beléndez es su director, a la vez que gerente del consorcio Cultural Albacete.

¿Cómo ha sido este último año y medio para la cultura en general?

Doloroso, muy doloroso. No quiero compararlo, porque seguramente quien más dolor ha sufrido ha sido el colectivo médico y sanitario, porque la muerte duele mucho. Pero el sector de la cultura lo ha pasado realmente mal. ¿Sabe alguien lo que significa suspender año y medio de trabajo? Yo, al fin y al cabo, que soy funcionario, he cobrado mi nómina todos los meses, pero durante todo este tiempo de pandemia, cuando hemos intentado reprogramar y recolocar, nos han vuelto a suspender las funciones y hay cosas que ya no tienen arreglo. En lo afectivo, este año y medio ha sido muy doloroso.

Parece que la situación sanitaria se va apañando...

Hay que tener en cuenta que en el Teatro Circo trabajamos con dos años de antelación. Ya tenemos casi cerrado un espectáculo que será impresionante para febrero del año 2023. En estos meses hemos tenido gran cantidad de espectáculos acumulados a los que hemos querido dar salida. Hemos estado trabajando para que las compañías locales también tuvieran su espacio, cerrando 238 actuaciones para julio y agosto por toda la provincia. Esto ha sido toda una alegría.

¿Cree que la cultura ha sido especialmente maltratada?

Creo que no se ha entendido al sector. No somos la hostelería y dependemos de muchas más cosas. Sinceramente, parte de la culpa de lo que ha pasado ha sido del propio sector. Algunos artistas que podían cobrar un subsidio de cuatro meses no pudieron justificar las cotizaciones porque prefirían cobrar en negro. Pero dentro del sector también hay que distinguir por disciplinas, porque el mayor perjuicio se le ha ocasionado al circo. No ha habido ni un solo ayuntamiento que haya autorizado la instalación de un circo de carpa. Muchos de sus artistas han tenido que recurrir a Cáritas para comer. El sector cultural da mucho empleo, los grandes artistas tenían colchón, pero hay mucha gente que vive de las verbenas de los pueblos, de representaciones de títeres en pequeños municipios, del teatro popular… Estos han sido los grandes perjudicados.

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