No salió el lote de José Fernando Molina apto para un triunfo importante, ya que de primeras se le devolvió el sorteado, debiendo lidiar el sobrero. La novillada fue floja, aunque algunos novillos tuvieron opciones, sin ser ninguno de ellos rotundo. La plaza se cubrió en menos de la mitad del aforo y los aficionados tuvieron que escuchar más el helicóptero de la Policía que los acordes de la música, pues pasó por encima de la plaza más de 50 veces. Molina dejó una imagen de buen toreo, sereno y con gusto, sin que pudiera redondear la tarde.

El primero de su lote fue devuelto por inválido, saliendo el primer sobrero del mismo hierro, igualmente flojo, recibiéndolo a porta gayola. Se le señalaron los dos puyazos y pudimos ver un buen tercio de banderillas a cargo de Javier Perea y Víctor Martínez. Poco pudo hacer con un animal, que comenzó a defenderse muy pronto, aunque puso el torero los mimbres para que la faena quedase aseada. Se silenció la labor tras un pinchazo y estocada contraria.

El quinto, montado arriba, tuvo el defecto de embestir descompuesto, corregido por José Fernando Molina a base de temple y buena colocación, llegando a conjuntar una faena, a la que le faltó rotundidad por la falta de acometividad del novillo en la segunda parte de la faena. Los finales fueron en las cercanías jugándose los muslos cuando el animal estaba más pendiente del torero que del engaño. No le permitió el de José Luis Iniesta que las tandas fueran más largas, ya que a partir del tercer muletazo, no consentía, ni se desplazaba. Lo mató de una estocada y paseó una oreja pedida por toda la plaza.

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