Algo se mueve ¿Suficiente? ¡No por Dios!

Carlos Dávila
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Muy pocos en el PSOE se atreven a levantar la voz, aunque son conscientes de la necesidad de hacerlo para evitar el derribo del edificio constitucional

El acuerdo del Gobierno con EH Bildu para negociar los Presupuestos ha acarreado un aluvión de críticas al presidente. - Foto: Chema Moya

Converso esta semana con dos antiguos prebostes, de los que mandaron, del Partido Socialista. Convienen en esto: «O Felipe se pone a la cabeza de la manifestación, o este personaje se tira hasta 2030». Este personaje es naturalmente Sánchez, el que según me transmiten fuentes muy solventes: «Está, por primera vez, algo, no mucho, la verdad, preocupado». ¿Por qué? Pues porque el tiro de Bildu (nunca mejor escrito) le ha salido por la culata. El lunes, atribulado y con su faz de maestro Ciruela habitual, su ministro, el agreste Abalos, sugirió que «lo de Bildu no está hecho». Eso, 24 horas después de que atribuyera mucha más responsabilidad a los filoterroristas de Bildu que al principal partido de la oposición, el PP. Los analistas, rápidamente, se preguntaron si este giro atemperado no respondía a que Sánchez, un maestro del estoicismo, no ha soportado el aluvión de críticas que le ha llegado por su acuerdo con la terrorista Merche Aizpurúa, y su cofradía de cómplices de ETA durante tantos años.

 Y no. ¡Quiá! Sánchez es solo un mamporrero del individuo que realmente manda en España, y que ha sido promotor de la coyunda del Gobierno del Frente Popular con los citados facciosos de Bildu. Uno, Iglesias, presiona, y el otro, sin otro interés que continuar en La Moncloa, obedece lanarmente. Él reviste su sometimiento que por otra parte no le causa molestia alguna, a que es el fautor de una «nueva etapa» en la Historia. Eso sí, esta jerigonza de la «nueva etapa» se la susurra al oído su gurucillo de cabecera, Iván Redondo, ese mismo que un día se definió así ante este cronista: «Yo soy realmente un profesional al que no le molesta que le llamen incluso mercenario; trabajo para los intereses del que me contrata». ¿Y qué es esto? Pues algo que se podría denominar como la «organización alternativa del Estado», es decir, un nuevo país en que la imagen esté por encima de la realidad, en el que se imponga la libertad vigilada, un país del nuevo Soviet que viaje hacia la España plurinacional y confederal, aunque eso, quizá en el mejor de los casos.

Sánchez, él mismo lo pregona, es apostador de futuros, el pasado no le sirve, a lo más le vale para vengarse. Por eso, la trayectoria de una banda que ha asesinado a 855 personas, algunas de ellas socialistas, le importa una higa. Todo lo envuelve en su mentira inconmensurable: «La democracia, como dice su antecesor, el estólido Zapatero, tiene que ser inclusiva», o sea, consiste en perdonar que los asesinos nos hayan matado porque ahora, derrotados y viejunos, quieren participar en la tarta copiosa del Estado. Y en esta rapiña barrenera trabajan otros tantos; desde luego los independentistas que ya han conseguido asesinar el español en sus territorios, y el PNV del que recuerdo para siempre una premonitoria sentencia del que fue su diputado general por Vizcaya, José Luis Bilbao: «Cuando a España le va mal, a los vascos nos va bien». Pululan con éxito los leninistas de cruel historia como Podemos, y algunos personajillos de tercera que se venden al poder comunista por un chiringuito turolense en los Montes Universales. Y, claro está, la ETA, que nació en las Navidades de 1958 gracias al abrigo de escolapios y jesuitas, y que está ganando, ya sin asesinar, ahora mismo en España. De la banda se quiere borrar hasta la memoria y para eso se utilizan hasta trucos de feria. Fíjense: si viajan a Mondragón, no pregunten por el zulo, el siniestro agujero en el que estuvo encerrado 532 días de su vida Ortega Lara; no, no pregunten, los munícipes de Bildu, Podemos y PNV, lo han clausurado vertiendo toneladas de hormigón armado para que nadie recuerde aquel brutal atentado. El PSOE de Sánchez, naturalmente, no ha dicho ni pío. Sánchez está en lo suyo: en articular una 2nueva etapa de la Historia multisecular de España».

Confieso que a las alturas de esta crónica no he dado pábulo a explicar las razones del título que la encabeza: «Algo se mueve. ¿Suficiente? ¿No, por Dios!» Empecé relatando el medido exordio que dos socialistas de-toda-la-vida me han transmitido en estas fechas para mostrar su rabia por lo que está ocurriendo, y su incapacidad para montar una respuesta en su partido que le impida a Sánchez seguir destrozándolo por una parte y, por otra, y peor aún, derribando el edificio constitucional español. La coda no era otra que ésta: «O sale a la palestra o no hay nada que hacer». Los movimientos de oposición socialista son hasta ahora pálidos y cautos. Guerra ha sido el más osado, pero él ahora mismo cuenta con la enemiga total del sanchismo. La iniciativa de Carmona es efectivamente espectacular: 150.000 firmas para protestar por la liquidación del español en las regiones copadas por los nacionalistas, pero es, en confesión de su propio fautor, una protesta que no llegará a sitio alguno. La ministra Celáa, una renegada de Neguri, no se conmoverá, se conoce que las Madres Irlandesas le dieron para el pelo. Los pequeños barones dan pellizcos de monja, pero no inquietan al preboste. Otros, los demás, partidos y medios, desde la oposición, bastante tendrán que hacer para evadirse de la persecución de la cuadrilla censorial de Sánchez, Iglesias, Redondo y asociados. Desde luego, todo parece indicar que se mueve algo, un embrión, una pizquita de repulsa y rebelión contra la autocracia comunista que nos vigila, que nos ordena y que nos pretende mandar para siempre. Pero todo es poco y corto.

 

Sin esperanza

En condiciones de normalidad nacional, las calles estarían ya encendidas contra esta pléyade de incendiarios, pero con el virus azotado aún nuestras casas, no hay nada que hacer. Todas nuestras salidas ociosas al pavimento son para beber unas cañas. Nada más. Como escribía Dante en el frontispicio del Infierno: Perded toda esperanza. En unos días, Hacienda va a perpetrar otra agresión liberticida más: aprobará una norma que facilitará que nuestros domicilios sean literalmente asaltados por los negros hombres del Fisco. Así, sin mandato judicial alguno. Será el penúltimo atentado contra nuestra libertad. Por ahora todo está perdido, incluido el porvenir de la Monarquía, que será, si todo sigue por este infame trecho, la institución que inexorablemente caerá tras el Poder Judicial, la propiedad privada, los medios de comunicación y hasta los individuos en sí mismo considerados. ¿Algo se mueve? Muy poquito, aunque nos digan que este trolero de Arrebatacapas está preocupado. Quizá será por el futuro universitario de su esposa, que otra cosa… ¡por Dios!