El templo del viento

SPC- Agencias
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El túnel de viento es una instalación esencial donde se prueba la aerodinámica para el desarrollo de los nuevos modelos

El templo del viento

Es invisible, pero está detrás del consumo, de la seguridad y del confort de los coches. Se llama aerodinámica y estudia cómo se mueve el aire alrededor de objetos sólidos. En el mundo del automóvil, su aplicación es muy práctica: reducir la resistencia del vehículo al viento. Y todo ello se prueba en el túnel de viento. Y así funciona. 

Los coches se sitúan en el centro de un circuito cerrado por donde enormes ventiladores mueven el aire. Se enfrentan a vientos de hasta 300 km/h mientras, a través de sensores, se estudian cada una de sus superficies. «Cuando está a plena potencia nadie puede estar dentro del recinto ya que saldría volando», comenta Stefan Auri, ingeniero de Cupra. 

Los datos de la resistencia que ofrece el coche se muestran en las pantallas de los ordenadores. Cientos de números que hay que interpretar y comparar hasta la más mínima variable para mejorar la aerodinámica. Cada milímetro de cada pieza es clave, ya que se consigue además de reducir el consumo, incrementar la estabilidad, el confort y la seguridad. 

El templo del vientoEl templo del vientoSi el estudio de la aerodinámica es importante antes de lanzar un nuevo modelo, se convierte en imprescindible cuando se trata de un coches de competición. Aquí la premisa no es conseguir un menor consumo, sino que los vehículos sean más rápidos. El responsable de desarrollo técnico de Cupra Racing, Xavi Serra, y su equipo quieren que el Cupra León de competición tenga menor resistencia al aire y más agarre en las curvas. «Medimos las piezas con las cargas aerodinámicas reales y simulamos el contacto real con la carretera, y así obtenemos el resultado de cómo el coche se va a comportar en la pista». 

Las instalaciones donde los ingenieros de Cupra prueban sus prototipos son de las más completas e innovadoras, ya que cuentan con una particularidad que hace que los tests se hagan en condiciones prácticamente reales. Las ruedas giran gracias a unos motores eléctricos que mueven unas cintas debajo del coche y pueden llegar a simular velocidades del vehículo de 235 kilómetros por hora.

Tras cientos de mediciones, tods y cada uno de los resultados se comparan con la generación anterior de cada vehículo. Los datos obtenidos se aplicarán en mejorar los próximos modelos.