El Cementerio de Tobarra se construyó en 1897

G.G.
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El expediente se inició en 1892 por el alcalde José Ochando Ladrón de Guevara, cuyos restos reposan en el propio camposanto local, y para su construcción hubo que esperar cinco años hasta la autorización del gasto por el Ministerio de Gobernación

El Cementerio de Tobarra se construyó en 1897

Como muestra el anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia del 29 de marzo de ese año, la obra del Cementerio municipal de Tobarra salió a licitación a finales de marzo de 1897 con una cantidad inicial de 13.886 pesetas con 62 céntimos y un plazo para la finalización de seis meses, una vez que el Ministerio de la Gobernación autorizó al consistorio a que pudiera invertir para ello la parte necesaria del capital de Propios, siendo alcalde José Gómez Jiménez y secretario del Ayuntamiento, Andrés Arteaga. Se cerraba así un periodo de dificultades y penalidades iniciado en octubre de 1892, siendo alcalde José Ochando Ladrón de Guevara, en un pleno municipal en el que se argumentó que era necesario realizar dicha obra «indispensable en bien de la salud pública, dado el mal estado en que se haya el actual y lo reducido que es para el número de inhumaciones que en él se hacen anualmente y la aproximación que tiene a la población». Unos días después se remitieron informes de la Junta de Sanidad en los que se reconocía «la urgentísima necesidad de efectuar dicha construcción», por lo que se acordó llevarlo a cabo con recursos propios, solicitando «la autorización competente para invertir en ella el capital procedente de la tercera parte del 80 por 100 de Propios que existe en la Caja general de Depósitos».

Proyecto. Ese mismo año de 1892 se acordó presupuestar el proyecto y la obra en alrededor de 23.000 pesetas, que existían en la Caja general de Depósitos, acordándose que fuera proyectado por el arquitecto albaceteño Ramón Casas Massó (1864-1921), que diseñó el Hospital Provincial de Albacete y perteneció a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En marzo de 1893 el pleno presidido por el primer teniente de alcalde, Juan José Poyatos, acordó el pago de 694,33 pesetas a Ramón Casas «por la confección de los planos, el proyecto de presupuesto y la memoria para la construcción». El 21 de agosto, el gobernador civil de la provincia, Francisco Ballesteros, envió un escrito al Ayuntamiento devolviendo «para su rectificación, el proyecto de nuevo cementerio porque se contemplaba en el mismo que tenía capacidad suficiente para que no se removieran los restos en un período de 10 años», cuando tenía que ser por un mínimo de 20. La comunicación se puso en conocimiento del arquitecto para que lo modificase en consecuencia y lo remitiese al pleno municipal para su aprobación. Ramón Casas envió un oficio al Ayuntamiento en el mes de octubre, indicando que en la memoria que acompaña al proyecto no se afirma que el espacio era para sólo 10 años, «sino que, antes al contrario, tiene extensión superficial suficiente para que las inhumaciones puedan verificarse por espacio de 20 años». El proyecto se volvió a remitir al Gobernador Civil, haciéndole constar que «sin duda por equivocación involuntaria, se consignó que la capacidad del Cementerio que se proyecta construir en esta población es suficiente para utilizarse por más de 10 años, puesto que en la memoria suscrita por el arquitecto se dice que es para espacio de 20 años y que, en consecuencia, el susodicho proyecto no adolece del defecto señalado por la autoridad superior». El Gobernador Civil lo aprobó el 7 de abril de 1894. El alcalde, José Ochando Ladrón de Guevara, cuyos restos reposan en la parte antigua del mismo, dimitió en el mes de junio de ese año, siendo sustituido por el primer teniente de alcalde, José Gómez Jiménez, que en noviembre dio cuenta de que «como era pública y notoria la necesidad de construir un nuevo cementerio donde decorosamente pueda darse sepultura a los restos mortales de los vecinos que fallezcan, pues el que actualmente existe perteneciente a la fábrica de la Iglesia, carece de todas las buenas condiciones que la higiene aconseja, tanto por su escasa superficie cuanto por ser proximidad tan inmediata a la población sin que tenga ninguna de las dependencias exigidas por las disposiciones vigentes». 

Falta de trabajo. Además de esas razones, Gómez Jiménez también dijo que su construcción era muy necesaria «para dar cumplimiento a las leyes vigentes y en particular a la Real Orden de julio de 1882, y al tiempo acudiría en auxilio de la clase obrera de la población, por falta de trabajo que se nota en la misma». El pleno decidió hacer uso «de la facultad que le concedía la ley para hacer frente a la obra» con la tercera parte del 80% de propios existente en la Caja general de Depósitos y con el producto de suscripciones intransferibles de la renta para cubrir el importe del presupuesto de la misma, de acuerdo con el expediente instruido por el arquitecto albaceteño, nombrándose una comisión especial, conformada por el propio alcalde, José Gómez, José Camacho Luzón y Juan José Jiménez Cardós «para que estudie y forme un programa de las obras y su cálculo prudencial del coste de las mismas, promoviendo al mismo tiempo los recursos ordinarios y extraordinarios que podrán destinarse a cubrir su importe y cuanto además proceda». En diciembre de 1895, el nuevo Gobernador Civil, Narciso Ribot, reclamó una certificación de la Intervención de Hacienda Provincial para dar cuenta «del estado actual del Ayuntamiento de Tobarra con el Tesoro Público», con el fin de añadir dicho documento al expediente instruido para que se le autorizase a «invertir en la construcción del un cementerio, la parte necesaria del crédito que este Ayuntamiento posee contra el Estado por concepto de la tercera parte del 80% de Propios, según el oportuno resguardo: expediente que se halla tramitando en el Ministerio de la Gobernación». En junio de 1896 el Gobernador vuelve a remitir una comunicación por la que indica que se subsanen los defectos con los que cuenta el expediente enviado al Ministerio de la Gobernación, entre otros «que no se expresaba la naturaleza y pertenencia del terreno en el que se proyecta edificar, ni los medios de adquirirlo, en caso de no ser del municipio». Desde el consistorio se informa que la propiedad del terreno es de Francisco Ramón García, «que desde que se trató del proyecto de referencia, ofreció gratuitamente al Ayuntamiento toda la extensión de terreno que pudiera necesitarse a tal fin». Subsanados todos los defectos del expediente y una vez lograda la autorización del Ministerio de la Gobernación, el alcalde mandó publicar el anuncio correspondiente en el Boletín Oficial de la Provincia en el que se anunciaba la licitación de las obras, incluyendo un modelo de propuesta para los interesados que quisieran participar en la correspondiente subasta. El Cementerio municipal de Tobarra se construyó por tanto en 1897, 13 años después de la fecha forjada en la puerta (1884), sin saberse cuál es la razón que llevó a la corporación municipal a encargar el susodicho letrero de hierro. En la parte vieja de la infraestructura municipal puede verse la lápida familiar de José Ochando Ladrón de Guevara, que fue el alcalde que inició el proyecto de construcción en 1892 y que dimitió en junio de 1894 por lo que no pudo ver concluido desde la presidencia de la institución municipal dicha obra que se licitó y realizó en 1897, mientras ocupaba el sillón de mando José Gómez Jiménez, el primer teniente de alcalde que se hizo cargo de la Alcaldía tras la dimisión de Ochando y que tuvo que esperar muchos meses para lograr que se hiciera realidad el proyecto, especialmente para que el Ministerio de la Gobernación autorizara el gasto. Como curiosidad decir que en febrero de 1917 se derrumbó una pared y desde el pleno municipal se acordó abordar la obra de reparación «lo antes posible y con urgencia, para evitar que pudieran entrar animales». Al tiempo se decidió prolongar la fosa común. Los gastos para realizar dichas obras ascendieron a 182,97 pesetas, según la correspondiente orden de pago. El Cementerio, que se proyectó para un mínimo de 20 años, se amplió entre 1923 y 1924, siendo alcalde Juan Pastor. Precisamente entre los meses de junio y octubre de 1924 se aprobaron pagos por un montante total de 3.421 pesetas para abonar los jornales y materiales para la ampliación, la apertura de nuevas fosas y de reparación necesarias, por diversos problemas surgidos.

El letrero forjado en la puerta de acceso señala una fecha falsa

Por todo ello y pese a los datos oficiales y las pruebas al respecto, en la puerta de acceso hay un letrero forjado que señala como fecha de construcción el año 1884 y no sólo eso, sino que hace unos pocos años se colocó una placa conmemorativa en la que puede leerse «Este cementerio se terminó de construir en el año 1884 por el maestro de obra D. Rafael Fuentes López». 

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