«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»

M.H. (SPC)
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Los obtentores tienen gran parte de la culpa de que la humanidad disponga de alimentos suficientes. Un informe revela el impacto social, económico y ambiental de este sector ignorado por el público

«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»

«Mucha gente piensa que tiras un grano de trigo al suelo y nace sin más». Así comenzaba Julián Arnedo, presidente de ANOVE, la presentación en Madrid del estudio elaborado por el Instituto Cerdá para evaluar el impacto del sector obtentor en la economía, la sociedad y el medio ambiente españoles. Y no es tan sencillo. Detrás de esos granos de trigo, esas matas de tomate o esos árboles frutales que nos proporcionan alimento abundante y asequible hay un trabajo ingente realizado por las empresas obtentoras, esas empresas que se dedican a la mejora vegetal para obtener variedades nuevas que se adapten mejor a las circunstancias (suelo, clima, pluviosidad...) de cada lugar de manera que aumenten los rendimientos, mermen las necesidades de fertilizantes y plaguicidas y mejoren las cualidades organolépticas de los alimentos que ingerimos todos los días.

Este estudio, aparte de revelar la enorme importancia de este sector, saca a relucir la falta de conocimiento de esa importancia por parte de la ciudadanía, «seguramente por nuestra culpa», admitía Antonio Villarroel, secretario general de ANOVE, en la presentación del pasado miércoles. Villarroel explica que el público desconoce en gran medida el trabajo de los obtentores y el concepto más habitual que viene a la mente al hablar de estas técnicas es el de transgénico, una palabra que no implica nada malo pero que está clavada como algo negativo en el imaginario colectivo.

«Cuando en el neolítico el ser humano se convirtió en agricultor usó toda la tecnología que tenía a su alcance; es absurdo que hoy en día renunciemos a ella», comentaba en referencia a la prohibición en la Unión Europea (único lugar del mundo junto con Nueva Zelanda) de emplear técnicas genómicas en la obtención de nuevas variedades y al auge de la agricultura ecológica, que debe estar ahí pero no puede ser la base de la alimentación mundial. «La agricultura moderna es completamente inconcebible sin la mejora vegetal. Intentar producir y alimentar a la población mundial con la metodología de la Edad Media sería un suicidio colectivo. Es evidente que el transporte genera muchos gases de efecto invernadero, pero a nadie se le ocurre volver a desplazarse en burro, se investiga para mejorar los combustibles; eso es lo que tenemos que hacer con la agricultura, investigar, no volver a cultivar como hace 200 años».

«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»Esta prohibición es todavía más absurda si se tiene en cuenta, por ejemplo, que en Europa solo se permite la siembra de una variedad transgénica de maíz, aunque en otros lugares del mundo se emplean varias decenas que se importan sin trabas para alimentar a nuestro ganado. En ese sentido, Esperanza Orellana, directora general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, manifestaba en el acto que «la mejora vegetal es el arma más potente que tenemos para conseguir sistemas alimentarios sostenibles y adecuados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)». «La administración debe ofrecer un marco normativo para producir más y mejor con menos insumos» decía haciendo referencia a la intención de la Unión Europea de revisar la situación legal de las técnicas de mejora genética.

En la misma línea, Villarroel manifestaba que estas técnicas «parecen creadas a propósito para poder cumplir los ODS y estrategias como 'De la granja a la mesa'. El cambio climático va a someter al sistema productivo a mucha tensión y disponer de armas para reducir las necesidades de fertilizantes, plaguicidas y agua y aumentar las producciones es un privilegio».

El secretario general de ANOVE abundaba en que hay esperanzas de que se modifique la normativa, aunque solo sea por razones de competitividad. «Al otro lado del estrecho pueden usar esas técnicas y vendernos sus productos, pero aquí están vetadas. Si esto sigue así Europa se va a quedar atrás y los precios aumentarán. Nos vamos a quedar a los pies de los caballos».

«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»«La agricultura moderna es inconcebible sin mejora vegetal»El informe.

ANOVE es la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales y agrupa a las compañías y centros de investigación (59 en total) dedicados a la generación de valor añadido en el sector agroalimentario a través de la investigación, el desarrollo y la explotación de nuevas variedades vegetales. Tiene 16 años de historia y hace dos se dieron cuenta de que apenas había datos acerca del peso del sector, por lo que decidieron encargar un estudio sobre el asunto al Instituto Cerdá. Lluis Inglada, uno de los artífices del documento, explicaba en la presentación que una de las finalidades era «caracterizar y dimensionar los impactos del sector obtentor a escala social, económica y ambiental». Y el informe es muy revelador en ese sentido.

La conclusión más destacada es que la mejora de semillas y plantas aporta a la economía española casi 1.000 millones de euros anuales. Según el Instituto Cerdá, los centros dedicados a la mejora vegetal contribuyeron a la economía española entre 1990 y 2017 con un total de 16.697 millones de euros; esto supuso una aportación promedio al Valor Añadido Bruto de 596 millones de euros al año. Solo en 2019, el sector obtentor inyectó a la economía nacional 985 millones de euros de VAB: 455 de ellos -casi la mitad- fueron generados de forma directa, 277 de forma indirecta y 249 de forma inducida.

Más allá de este impacto económico, la obtención vegetal también tiene trascendentes consecuencias para el desarrollo agrario, al incrementar sensiblemente la ocupación laboral. El VAB generado ha hecho posible la creación de unos 428.000 empleos en el periodo 1990-2017, es decir, casi 16.000 puestos de trabajo anuales. El 26% fueron generados directamente, el 34% de forma indirecta y el 40% de forma inducida. Según señala el informe, «el sector obtentor es clave para la alimentación y la economía», ya que la mejora vegetal se encuentra en el origen de las cadenas agroalimentarias y de los procesos de elaboración de derivados vegetales. «La competitividad y calidad de su actividad transciende en todos los eslabones de la cadena, beneficiando a la sociedad, al medio ambiente y a la economía en su conjunto». El informe reconoce, no obstante, que «es aún poco conocido entre la población, las instituciones y los mismos agentes de la cadena, que desconocen el origen de sus productos y no son conscientes de las inversiones ni del impacto de las investigaciones que desarrolla».

No obstante, lleva a cabo un esfuerzo inversor muy importante: las empresas dedicadas a la mejora vegetal invirtieron el año pasado en España en I+D+i aproximadamente el 20% de su facturación. Según datos de la Comisión Europea, este porcentaje supera incluso al de sectores como la automoción, el farmacéutico, el aeroespacial o el de tecnología de la información. Hay que tener en cuenta que, dependiendo de las distintas especies cultivadas, el proceso de investigación de una nueva variedad necesita entre 10 y 12 años de trabajo y requiere una inversión que oscila entre 1 y 3 millones de euros.

En cualquier caso, la aportación fundamental de la obtención vegetal es el incremento de la productividad que consigue en cualquiera de los diferentes cultivos. Según se desprende del meta-análisis que realiza el Instituto Cerdá comparando los diversos estudios, se estima que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el 50% del aumento de la productividad agrícola mundial fue posible gracias a la mejora vegetal.

Por lo que respecta al tomate, por ejemplo, la mejora genética ha hecho posibles incrementos de productividad «superiores al 240% en los últimos 50 años». En 1970, la productividad media del tomate en España se situaba en 25 toneladas por hectárea, mientras que en 2018 se alcanzaron 85 toneladas. El informe Cerdá refleja que las mejoras de la obtención vegetal han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 36,4 millones de toneladas, es decir, el 32% de la producción en este periodo. En este sentido, la aportación de la mejora vegetal ha sido de 1,26 millones de toneladas más cada año.

Si nos referimos al cultivo de trigo blando, «las mejoras de la obtención vegetal han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 14,7 millones de toneladas, es decir, el 11,5% de la producción en este periodo. En este sentido, la aportación anual sería de algo más de 523.000 de toneladas anuales de trigo». Eso permitió aumentar los ingresos de los agricultores entre 1990 y 2018 en más de 2.600 millones de euros, el 11,3% de sus ingresos de este periodo.

En referencia al cultivo de maíz, los cálculos realizados por el Instituto Cerdá estiman que «los avances conseguidos por los obtentores han supuesto entre 1990 y 2018 una producción adicional de 11,3 millones de toneladas, es decir, un 10,5% de la producción en este periodo. La aportación de la mejora vegetal ha sido de más de 400.00 toneladas anuales de maíz. Esto ha hecho posible que entre 1990 y 2017 haya aumentado la facturación de los agricultores en más de 1.980 millones de euros, el 10% de sus ingresos de este periodo.

El informe Cerdá se detiene en un cuarto cultivo, el arándano, subrayando también el incremento registrado en la producción. Entre 1995 y 2018 se alcanzó una producción acumulada de aproximadamente 160.000 toneladas. «Las mejoras de la obtención vegetal han supuesto una aportación anual de 10.812 toneladas de arándano entre estos años». El rendimiento medio anual también ha aumentado, siendo de 12 kilos por hectárea en los últimos 10 años.

En resumen, es evidente que la mejora vegetal proporciona riqueza, empleo, beneficios al medio ambiente y, lo más importante de todo, alimentos sanos y asequibles. Este estudio, pionero en España, debería servir como apoyo a la hora de tomar ciertas decisiones políticas para poder usar la tecnología a nuestro alcance, como siempre se ha hecho. Y también para que el ciudadano de a pie sea consciente de que la comida tiene un largo recorrido antes de llegar a los lineales de los supermercados.

 

Aliada del medio ambiente.

· Tomate:

· 375.000 toneladas de fertilizantes y 1.715.000 kilos de fitosanitarios ahorrados entre 2011 y 2016.

· 427 millones de m3 de agua ahorrados en el período 1990-2017 (equivalente al consumo de una ciudad de 300.000 habitantes en el mismo periodo).

· Trigo blando:

· 322 millones de megajulios ahorrados cada año entre 2011 y 2015 (equivalente al consumo de energía de más de 9.000 hogares durante un año).

· 96.600 toneladas de CO2 que no se vierten a la atmósfera cada año (equivalente a las emisiones anuales de 57.000 coches).

· Maíz:

· 614.000 kilos de fitosanitarios ahorrados entre 2011 y 2015.

· 9,3 millones de m3 de agua ahorrados cada año (equivalente al consumo de una ciudad de 372.000 habitantes).

· 68.000 toneladas de CO2 que no se vierten a la atmósfera cada año (equivalente a las emisiones anuales de 40.000 coches).