Francisco Pérez ofrece un curso teórico práctico de talla

Emilio Martínez
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El artesano rodense dirigió en Madrid tres talleres para cerca de una treintena de alumnos

Francisco Pérez durante el curso teórico práctico de talla. - Foto: Carlos Paverito

«Cansado pero muy satisfecho por la asistencia y por haber explicado mi profesión y a la vez haber intentado dejar alto el nombre de La Roda». Así explicaba el artesano ebanistero Francisco Pérez García su contento tras el curso de talla en madera que dirigió, con pleno éxito, en pleno centro de Madrid el pasado sábado 2 de octubre en un acto que organizó la Oficina de Promoción Turística de Castilla-La Mancha dentro de la serie de una serie de talleres sobre la artesanía de la región. En concreto el rodense, que se desplazó expresamente desde su pueblo ese mismo día, ofreció tres talleres, de hora y media de duración cada uno, bajo el título de Flor tallada en tilo. En total fueron cerca de 30 alumnos los que se habían apuntado -y disfrutaron- de manera voluntaria y gratuita, copando todas las plazas disponibles a lo largo del desarrollo de este triple curso.

También esa satisfacción que embargaba a tan polifacético ebanista y carpintero especializado en muebles antiguos se debía a los parabienes que todos y cada uno de sus alumnos le ofrecieron al término de cada taller. Porque, además de aprender a realizar esa flor, siempre con los consejos sobre la marcha del propio Francisco Pérez, se llevaron sus trabajos a casa y muchos de ellos le pidieron el teléfono por si les daba por dedicarse en plan amateur a nuevas labores. Como resumió a La Tribuna uno de ellos: «Ha sido un placer aprender mínimamente esta tarea tan creativa con una persona que además de ser un especialista es muy simpático y tiene una gran capacidad didáctica».

Para realizar cada uno de los tres talleres, que comenzaron a media mañana y acabaron a últimas horas de la tarde, el propio artista que lo dirigió aportó sus herramientas que trajo desde La Roda, y que preparó con mimo y cariño días antes. «Si, las gubias, los formones de iniciación y los mazos son míos, así como los trozos de madera de tilo, que a diferencia de la de nogal o de cerezo, es muy blanda a fin de que les sea más fácil la talla». Incluso en la madera estaba ya grabada la forma de la hoja para que los alumnos pudieran recortarla con relativa facilidad y procurando no romperla. Amén de la capacidad didáctica del rodense, también fue muy loada su simpatía, ya que una vez acabados los tres talleres -que incluyeron poner en la parte de atrás de la madera ya con la flor de tilo las iniciales de cada uno de ellos- dio a todos los alumnos -entre los que se encontraba un niño de siete años- otra serie de instrucciones para que en casa la barnizasen y lucieran todavía más. «De esa forma podrán presumir ante familiares y amigos no sólo de haberlo hecho todo ellos, sino que les quede muy bien y puedan enorgullecerse de la talla. Y si no les sale, ya les dije a todos que no hay problema en que me llamen por teléfono».

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