Ramón Vázquez: «Tengo 'saudade' de Albacete»

S.R.
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«He realizado mi carrera como profesor de Historia en institutos de una amplia zona de Galicia, de la que me siento satisfecho, añorando también mi tierra»

Ramón Vázquez. - Foto: R.V.J.

Partimos de una afirmación rotunda y un hecho innegable tanto en la actualidad como en años pasados desde Galicia, que es donde ha vivido mucho tiempo y donde ha sentido especialmente la morriña de su tierra albacetense: «Tengo saudade de Albacete y de mis amigos, mi gente», afirma primeramente Ramón Vázquez Jaén (El Bonillo, 23 mayo 1952),  un historiador preclaro, que ha sido consciente de la importancia fundamental de la Historia en la educación cívica para entender cuestiones y acontecimientos del tiempo, de las historias y las cosas. 

Por ello, una de sus obsesiones vitales y profesionales ha sido educar a sus alumnos en esta dirección. Y es justamente por eso, por la importancia que tiene la historia en la educación cívica de un país, por lo que ha exigido como historiador al menos una doble disposición: una cierta prudencia en sus juicios -la prudencia civil de la que hablaba Gibbon- y una neutralidad emocional ante los hechos. Lo aprendió de su maestro, Miguel Artola, un científico e investigador que reunía ambas actitudes.

Su infancia tiene parangón con muchos jóvenes de su época que tomaron la decisión de estudiar en el seminario de Hellín. «Con nueve años me hice seminarista en Hellín. La experiencia fue positiva, aunque en algunos momentos dura y con vivencias dispares. Tuvimos una formación muy buena. Íbamos a clase al instituto, donde fue mi primer choque con la vida real, después pasé al seminario mayor en Albacete, cuyo rector era José María Larrauri al que nos atrevimos a hacerle una huelga, la primera de mi vida. Luego me marché al seminario de Moncada en Valencia hasta que decidí no continuar», afirmó Ramón Vázquez.

El siguiente destino familiar fue Alicante realizando sus estudios universitarios en Valencia y Madrid. «Estudié Historia en la Autónoma de Madrid, donde tuve excelentes profesores, uno de ellos muy especial, Miguel Artola del que aprendí mucho por su extraordinario magisterio. En Madrid viví un año en casa de Rosario Sánchez Montoya, abuela de María Dolores Cospedal. Luego volví a Alicante donde realicé el ICE, tuve varios trabajos como traer coches Renault desde Valladolid. Al terminar la carrera, tomé la decisión por cuestiones personales de aceptar una oferta de trabajo que me hicieron las hermanas de la Compañía de María en La Coruña. Fue una experiencia positiva, aunque ya comenzaban a generarse en Galicia los problemas nacionalistas», recordó Ramón Jaén.

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