Hoy se celebra el primer Día Europeo de la Lana, una iniciativa de 20 colectivos de todo el continente para reivindicar su uso, no solo como alternativa a las fibras sintéticas, sino también como un recurso sumamente valioso en la lucha contra la despoblación y en la implantación de la ‘economía circular’.

La iniciativa surgió de la European Wool Exchange Foundation, (EWE) una organización con sede en Chipre y que se ha extendido por todo el continente para revalorizar un recurso que antaño fue muy importante en toda Europa y que ahora se ha convertido en un grave problema medioambiental.

En Europa hay 100 millones de ovejas -15 millones en España. Producen leche, carne y 200.000 toneladas de lana. La mitad de esta lana se aprovecha o se exporta, sobre todo a China y la India, mientras que la otra mitad se tira o se quema, una práctica que crea graves problemas de gestión de residuos.

Aunque La Mesta desapareció en 1836, la lana mantuvo su importancia económica hasta los años 50 del siglo pasado. Fue entonces cuando su precio se desplomó, en parte por la competencia de Australia y Argentina, en parte por la irrupción en masa de las fibras sintéticas, como el nylon.

Desde entonces, la lana perdió de forma progresiva todo su valor como recurso económico, hasta convertirse en un residuo. De hecho, la provincia de Albacete es una de las zonas de España que mejor representa esta decadencia. Según el Ministerio de Agricultura, la cabaña albacetense de ovino tiene más de 470.000 cabezas. En 2019, el último dato oficial, nuestra provincia produjo 410 toneladas de lana, una cifra anormalmente baja, para la que el presidente de la Lonja, Jorge Navarro, tiene una explicación sumamente sencilla.

«La mayor parte de la lana se tira o se regala, no tiene ningún valor para el ganadero», explica, «y por eso no aparece en las estadísticas, de hecho, hace años que no cotiza en la Lonja de la Mancha; fuimos la lonja nacional de referencia para el producto, pero es que el producto ya no vale nada».