Sin sorpresas a la vista

M.R.Y. (SPC)
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El conservador Kishida parte como gran favorito para revalidar el cargo de primer ministro que juró hace apenas un mes

Sin sorpresas a la vista - Foto: POOL

Sin apenas tiempo para asentarse en el cargo, Fumio Kishida vuelve a jugársela en las urnas, aunque esta vez de manera oficial para ponerse al frente del Gobierno de Japón. 

Tras unas plácidas elecciones primarias en su partido, el conservador PLD, Kishida se convirtió el pasado 4 de octubre en el primer ministro nipón -el número 100 en la Historia de la nación asiática- para sustituir a Yoshihide Suga, cuyo efímero mandato apenas llegó a un año. Ahora, el premier tiene la reválida ante los ciudadanos en unas parlamentarias en las que, según todo apunta, se hará con un contundente triunfo. Siempre y cuando no haya una sorpresa en una nación donde la escena política ha estado llena de sobresaltos en los últimos años.

Y es que tanto la dimisión de Suga, anunciada el pasado septiembre antes de la convocatoria de las elecciones -tras una criticada gestión del coronavirus que hizo que su popularidad cayera en picado-, como la de su predecesor, Shinzo Abe -que dejó el cargo en septiembre de 2020 alegando motivos de salud-, han sido algunas de las últimas campanadas vividas en la generalmente estable política nipona. La más reciente tuvo lugar hace apenas unos días, el pasado domingo, cuando el PLD sufrió un duro golpe en las elecciones parciales al Senado, en las que la oposición logró hacerse con uno de los dos escaños en juego.

A pesar de partir con un mal precedente -los de la semana pasada eran los primeros comicios que vivía como líder del partido y, por eso, se implicó personalmente en la campaña-, todo apunta a que Kishida se impondrá sin problemas en esta nueva cita con las urnas. Lo hará, previsiblemente, con un significativo descenso en los respaldos -acusando las consecuencias de la gestión de su predecesor-, pero con todo a su favor para mantener la mayoría parlamentaria en la Cámara Baja junto a su socio de Gobierno, la formación budista Komeito.

En estas generales, la formación conservadora aspira a conservar una aplastante hegemonía que le ha tenido en el poder  de forma casi ininterrumpida desde 1955 -solo fue destronada en dos breves lapsos (1993-94 y 2009-12)-. Parte con 276 escaños del total de 465 que componen el Parlamento, a los que hay que sumar los 29 del Komeito. Las últimas encuestas le conceden 233 diputados, mientras que los budistas rondarían la treintena de asientos. Poco margen de mejoría tendrían el principal bloque opositor, el Partido Constitucional Democrático de Japón (CDPJ), que apenas superaría los 110 escaños actuales.  

Eso sí, todas las encuestas señalan que hay entre un 20 y un 30 por ciento de votantes todavía indecisos, que en su mayoría podrían decantarse por nuevos partidos, como el progresista Reiwa Shinsengumi o el nacionalista Partido de la Innovación, aunque inicialmente serían unos votos insuficientes como para evitar un nuevo Gobierno del PLD.

Recuperación

Si la gestión del coronavirus fue una de las principales causas por las que Suga dejó su cargo, también ha sido el principal tema abordado durante la campaña electoral, centrada en las medidas para combatir la enfermedad, pero también en comenzar la revitalización económica del país tras la pandemia. 

Kishida ha asegurado que una de sus prioridades políticas será la «reforma del capitalismo», basada en una distribución de la riqueza más equitativa, con planes como el aumento de la presión fiscal sobre empresas, inversores y rentas altas. «Queremos incrementar salarios e ingresos de tanta gente como sea posible», sostuvo hace unos días, insistiendo en la necesidad de promover «el crecimiento económico». 

Para lidiar con la COVID-19, el primer ministro prometió que promoverá el uso de medicamentos orales y que comenzará a inocular la tercera dosis de la vacuna antes de finales de año, además de incrementar las ayudas financieras a los colectivos más castigados por la pandemia. 

Tras estas elecciones, será el momento de la verdad para Kishida, quien en su poco más de un mes de mandato ha optado por un perfil sobrio a la espera de que llegue su reválida. Será entonces cuando el conservador -con un 45 por ciento de popularidad y con una previsible línea continuista con las políticas de Suga- comience a desgranar cómo se irá construyendo el futuro de la tercera economía mundial y, por tanto, del resto del planeta.