'Comando antisufrimiento'

Marta Rojo (EFE)
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Un grupo de psicólogos ayuda a los escolares a reconocer qué hay detrás del suicidio juvenil para tratar de prevenirlo

‘Comando antisufrimiento’ - Foto: rawpixel.com / Tanasiri

El maltrato, la incomunicación con padres que «minimizan el sufrimiento» y una autoestima minada pueden desembocar en un sufrimiento que lleva a algunos adolescentes a acabar con su vida, una realidad que una suerte de comando de psicólogos y formadores trata de alejar de las aulas.

¿Y cómo lo hacen? Explicando el suicidio como un fenómeno complejo y facilitando los recursos que actúen como botón de emergencia, todo ello a través de unos talleres que el Ayuntamiento de Valencia ha puesto en marcha en varios institutos de la ciudad y que podrían ser extrapolables a cualquier otra parte del país.

Los adolescentes con problemas de salud mental no solo «se hablan fatal a sí mismos», son hiperexigentes o incluso se riñen ante sus propios fallos, sino que prevenir el suicidio en los centros escolares es especialmente complicado ante generaciones que han escuchado e interiorizado muchos términos relacionados con la psicología pero «no se conocen a sí mismos ni a sus emociones».

Así lo expresan los formadores Gracia Vinagre y Roque López, de la Federación de Salud Mental de la Comunitat Valenciana, responsable de los talleres, que acercan a los alumnos de Secundaria y Bachillerato la realidad «multicausal» del suicidio.

Ambos reconocen que la edad a la hora de dar estos cursos «se nota»: «A veces este trabajo es complicado porque el rango de edades desde primero de ESO hasta segundo de Bachiller es muy grande y tienen problemas diferentes».

Pero hay preocupaciones comunes, según López, sobre todo el maltrato «en todas sus formas» y muy especialmente en la de acoso escolar o bullying, además de la dificultad de los adolescentes que sufren para comunicarse con sus familiares, amigos y profesores, aunque al psicólogo le «llama la atención, sobre todo, el tema de las familias».

«En ocasiones, las familias minimizan mucho su sufrimiento; en lugar de empatizar con lo que se vive a esa edad le quitan importancia y ponen en primer plano la experiencia adulta», lamenta Vinagre, que reconoce que muchas veces la respuesta de los alumnos es: «¿Cómo se lo voy a contar a mis padres?».

Además, en esa franja de edad, «la autoestima y el autocuidado son algo que está bastante descuidado», según López, en un momento en que la percepción personal «se basa en conseguir cosas, en llegar a ser alguien». «Además, se tratan fatal a sí mismos, con autoexigencia, riñéndose cuando hacen las cosas mal», añade.

En las generaciones actuales de adolescentes, asegura Vinagre, se nota el efecto de las redes sociales y «sale constantemente en las charlas la forma que tienen de crear la autoestima desde la comparación».

Muchos jóvenes que ha conocido en su andadura por institutos, además, «no se conocen a sí mismos y cómo funcionan sus emociones», y conocen términos del ámbito de la psicología pero los aplican de forma confusa o incorrecta: «Te dicen 'yo soy bipolar porque me levanto superfeliz y luego me enfado'».

A pesar de todas las dificultades, celebra que los alumnos «se informan, buscan, quieren saber», que los centros, en general, son conocedores de esta problemática y que los profesores «también, pero van desbordados de trabajo».

Para ambos, entre los adolescentes es fundamental transmitir «que quien se quita la vida no lo hace porque quiera dejar de vivir, sino porque quiere dejar de sufrir, y eso desencadena el acto de autodestrucción».