Antonio García

Antonio García


Las palabras

12/02/2024

Pedro Sánchez ha descubierto una nueva palabra, fachosfera, que ha convertido en tendencia. Ni siquiera es autóctona porque la ha tomado de los franceses, pero es el nuevo mantra para definir a la oposición, y posiblemente a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Estamos asistiendo a un fenómeno insólito de manipulación del lenguaje, de redefinición de los conceptos, en virtud del cual las palabras empiezan a significar no lo que significan sino lo que queremos que signifiquen. Tradicionalmente ha sido el hablante el dueño y señor de la lengua (la academia ni pincha ni corta en su evolución, se limita a registrar), pero el proceso actual contempla definiciones a la carta, a la manera de los juegos infantiles que inventan un lenguaje cifrado, cuya clave ahuyenta a los extraños. Ocurrió con el peyorativo perro, que por arte de birlibirloque los seguidores del presidente tornaron en elogio; ocurrió con fruta, que los populares desvirtuaron para que significara «hijo de puta», y ocurre ahora con zorra, del que parte del feminismo se ha apropiado elevándolo a timbre de gloria entre las mujeres. Esto no está bien ni mal -la lengua lo aguanta todo- pero podría dar lugar a malentendidos, situaciones incómodas si no media un consenso universal, si nuestro contertulio no está al cabo de esa resignificación: así, en una denuncia por infamia cualquiera podrá alegar que el insulto tenía una intención ponderativa. Harían muy bien los populares, siguiendo el ejemplo de Sánchez, en adueñarse del concepto fachosfera y darle un vuelco semántico para que revierta en encarecimiento. De ese modo, Sánchez tendrá que buscarse otro: por ejemplo, «la leal oposición», que por supuesto significaría cabrones.