Un momento decisivo para que agricultores y ganaderos afronten 2023 con la mayor seguridad

Javier Zarcero (*)
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Un momento decisivo para que agricultores y ganaderos afronten 2023 con la mayor seguridad

Si echamos la vista atrás en el tiempo y repasamos las últimas campañas agrícolas, es evidente que una fecha supone un antes y después en el tiempo: el año 2017. Desde entonces, la Península Ibérica ha sufrido el impacto de fenómenos meteorológicos graves de manera constante, con una alternancia de períodos de grave sequía con fuertes borrascas de lluvia, viento y nieve. Imposible olvidar los efectos de Gloria, Filomena, Hortense, Gaetan, Ignacio… sobre nuestros campos, así como de las constantes Dana y ciclogénesis de los últimos años. Si a todo ello sumamos ejercicios de fuertes heladas, como 2018 o 2022, y la temporada anual de pedriscos que registramos, es evidente que los efectos del cambio climático nos sitúan frente a una realidad complicada, que llena de incertidumbre el trabajo diario de las explotaciones del sector primario. 

En el caso concreto de la sequía sufrida durante 2022, se trata del tercer período grave de ausencia de precipitaciones que vivimos desde 2017, y se convierte, además, en el quinto de este siglo. Solo las tormentas de marzo y abril evitaron que los siniestros por sequía en cereal de invierno provocasen daños totales y masivos, aunque la total falta de lluvias a partir de esa fecha, y especialmente durante el verano, generaron un siniestro inédito en el cultivo de girasol, con datos de superficie siniestrada e indemnizaciones incomparables a las campañas precedentes.

Ojalá que las lluvias registradas durante el mes de noviembre, en el que hemos vivido días de claro ambiente otoñal, con precipitaciones constantes y un afortunado alivio de nuestros campos recién sembrados -quien haya podido-, ríos, acuíferos y embalses… supongan el arranque de una campaña buena para nuestros agricultores. Pero en España sabemos que, tras un otoño lluvioso, nada nos garantiza un invierno o primavera similar. Certezas pocas, y si hablamos de precipitaciones o sequía, cada vez menos.

En total, el sistema español de Seguros Agrarios ha abonado durante el año actual indemnizaciones por valor de 115 millones de euros a causa de la sequía, a falta de cerrar las ultimas evaluaciones de daños en olivar. Sin duda, la mayor cuantía -90 millones de euros- corresponde a siniestros abonados a productores asegurados de cultivos herbáceos, así como a viticultores y productores hortícolas, más de 8 millones respectivamente.

En el caso de Castilla-La Mancha, las indemnizaciones abonadas en 2022 ya alcanzan los 78 millones de euros, en su mayoría a causa de la helada (31 millones) y el pedrisco (22 millones). Por su parte, los daños por sequía superan los 10 millones de euros, con 218.000 hectáreas siniestradas, o lo que es lo mismo -si queremos traducir esa superficie-, en algo más de 300.000 campos de fútbol. Aunque buena parte de las indemnizaciones corresponden a la línea de herbáceos, también se han registrado siniestros por sequía en viñedo, hortaliza u olivar. Además, otros 9 millones de euros corresponden a los daños pecuarios registrados en la región, tanto por los accidentes o enfermedades del ganado, como por los gastos derivados de la retirada y destrucción de animales.

Así, y a nivel nacional, la estimación de indemnizaciones totales (a fecha 30 de octubre) se sitúa en 714 millones de euros, sin incluir los daños que muy recientemente ha provocado una Depresión Aislada en Niveles Aislados (Dana) sobre los cítricos y la uva de mesa del área mediterránea o los siniestros pecuarios que se registran a diario. Es altamente probable que el año 2022 se cierre como el de mayores indemnizaciones del seguro agrario, situándose en una cifra histórica que, de seguir así, tememos que no tardará en ser superada. Las causas son evidentes: una helada histórica a comienzos de abril, con muy intensos daños en frutales y almendro, tormentas de pedrisco constantes y la ya citada sequía. 

Las indemnizaciones crecen, de manera imparable, a causa de la climatología, sí. Y también porque el aseguramiento también se incrementa, con siete años consecutivos de récord de capital asegurado. No hay duda de que la necesidad y confianza de los productores es cada vez mayor, impulsada por la gestión eficaz de todo el sistema, y en especial de Agroseguro, comprometido con ofrecer la mejor calidad de servicio a todos los asegurados. Una buena muestra de ello es la rapidez de pago, que en 2022 ha dado un paso de gigante, y reduciéndose hasta los 23 días en líneas agrícolas y 26 días en líneas ganaderas. Es decir, los asegurados reciben su indemnización en un plazo mínimo -tras la tasación final del siniestro-, y ya por debajo de los 30 días fijados como anterior objetivo y muy inferior a la norma que regula a todo el sector asegurador.

Novedades para la campaña

Por todo ello, la manera en la que afrontarán la próxima campaña agrícola buena parte de nuestros productores depende de las decisiones que tomen hasta el próximo 20 de diciembre. En concreto, los productores de cereal de invierno, leguminosas, oleaginosas, así como los viticultores, pueden suscribir hasta esa fecha los módulos de otoño de su línea de seguro, las opciones de aseguramiento más completas y que incluyen las mayores coberturas: sequía, helada, pedrisco, lluvia e inundación, fauna o incendio, entre otras. 

De cara a la campaña 2023, y para hacer frente a la incertidumbre a la que se enfrentan los agricultores y ganaderos frente a la realidad y evolución climática, así como a la situación económica internacional, hay que recalcar el respaldo contundente que han ofrecido las Administraciones Públicas al seguro agrario para que el acceso de los productores al aseguramiento siga siendo mayoritario, como sucede en la mayor parte de nuestros pilares económicos, empleo y exportaciones: los cultivos herbáceos, el viñedo, los frutales, los cítricos, el ganado…

No debemos olvidar que, junto a la nueva capa de protección al Sistema que aprobó el Consorcio de Compensación de Seguros, el Ministerio de Agricultura (a través de Enesa) ha aumentado el precio de aseguramiento para cultivos muy importantes en nuestra región para ajustarlos a la realidad de los tensionados mercados internacionales. Un concepto altamente relevante para los asegurados, ya que, al asegurar sus producciones a un mayor valor, recibirán una indemnización de mayor cuantía en caso de sufrir siniestro. Además, Enesa ha aprobado un incremento de 10 puntos porcentuales de la subvención base para todas las líneas de seguro que entren en vigor hasta el 30 de agosto de 2023.

Si a todo ello sumamos el apoyo fuerte y constante que ofrece la Administración regional al seguro, se constata el elevado apoyo y confianza en la utilidad del sistema español de Seguros Agrarios, la mejor herramienta de protección y futuro para los agricultores y ganaderos, ofreciéndoles garantías de seguir trabajando tras un siniestro grave y respaldando las inversiones.

(*)  Javier Zarcero, director territorial de Agroseguro en la zona Centro