A la Universidad se va a aprender muchas cosas. También a ser más críticos, a leer entre líneas y captar mensajes directos e 'indirectas'. La intervención que hizo Emiliano García-Page esta mañana en la apertura del curso de la UCLM fue un buen ejercicio para ir detectando todas las píldoras sobre el debate del futuro de España que copa en estos días la actualidad política nacional. Y casi desde el principio, cuando arrancó diciendo que Castilla-La Mancha tiene claro hacia dónde va. «Esto no es fácil decirlo en España», apostilló.
Deslizó en su intervención la posibilidad de una repetición de elecciones. Y lo hizo al recordar al rector que el año que viene tiene elecciones en la Universidad. «Vais a competir con las vascas, las catalanas, las europeas y quizá con algunas más», le avisó. Parte del público se rio, así que entienderon por dónde iba.
Los mensajes se trasladan también con la entonación. Por eso Page señala que «los próximos años debieran ser de estabilidad» y luego lo repite silabeando la palabra «estabilidad».
Y por si quedan dudas y toca ser más directos, al final el presidente de Castilla-La Mancha habló a las claras de la España de las autonomías y del independentismo. Remontándose al espíritu del 78, proclamó que «vale con lo de la singularidad, que haya diferencias entre unos y otros, pero en lo tocante a derechos y oportunidades: igualdad». Subrayó que «nunca como ahora el concepto de unidad es igual al concepto de igualdad».
Eso se tradujo en una frase que se acuñó, la de 'café para todos', que básicamente viene a decir que lo que se pida o se ceda para Cataluña, también se puede pedir y ceder para Extremadura, Murcia o Castilla-La Mancha. Page imagina qué habría pasado si en la Transición se hubiera decidido dar la autonomía solo a las regiones con elementos singulares e históricos como Cataluña, País Vasco o Galicia, recordando que era la primera opción que se barajó en la Constitución. «¿Estaríamos mejor?», se pregunta.
A la postre cree que «los independentistas han hecho un enorme favor». Explica que «al dejar claro que su meta es la de romper, están dejando claro que el café para todos fue una buena solución». Y es que apunta que si en España solo hubiera tres autonomías, «lo de romper lo tendrían más fácil».