El primer 'baile' de Diego Ventura se lleva el premio

Pedro J. García
-

El rejoneador portugués desorejó al segundo de la tarde tras una ajustada actuación y Cartagena y Vicens pasearon un apéndice

Ventura completó una gran actuación ante el primer de su lote. - Foto: Alcolea

Todos los años, al finalizar la corrida de rejones, camino de la redacción iba analizando el festejo y pensando en qué iba a escribir en la crónica, consciente de que a la mañana siguiente Juan Martínez la leería y que el día que mi tertulia, Los sabios del toreo, celebrase la comida de Feria en la caseta Amigos del Caballo me tocaba echar la moneda al aire, porque allí me esperaba él, la persona que he conocido que más sabía y más pasión tenía por el mundo del caballo, para hacerme la crítica de mi crónica y el resultado era puerta grande o enfermería. El empresario Juan Martínez era así, tan directo como sincero, y ayer, al salir de la plaza de toros, camino del periódico repetí el ritual, pero esta vez con el dolor de saber que Juan Martínez, hoy, en la comida de Feria, no estará para hacerme su particular crítica.

No sé si allí arriba, donde está desde noviembre del año pasado, cuando nos dejó, habrá encontrado la forma de seguir nuestra Feria Taurina. Yo, por si acaso, le quiero contar que Diego Ventura fue el triunfador de la corrida de rejones tras desorejar al primero de su lote tras una labor ajustada y muy intensa, acompañada por los acordes del pasodoble que te compuso el maestro Manolo García y que tan bien suena con la Unión Musical Ciudad de Albacete, lo que hizo más brillante el baile pegado del portugués con su enemigo. No tuvo Ventura una tarde redonda, porque entre la condición de su segundo enemigo y que él, ya con la salida a hombros asegurada, levantó el pie del acelerador, el resultado no fue el mismo.

Por su parte, Andy Cartagena, que volvía tras varios años, estuvo en su línea de rejoneo espectacular, de llegar con mayor facilidad al público que a los toros, pero le valió para cortar una oreja. Repitió Lea Vicens, que completó una tarde que fue de menos a más, con menor lucimiento y transmisión ante su primer enemigo y más variada y entonada ante el que cerró plaza, al que cortó una oreja.  

Ventura vuelve a triunfar. El primero de Ventura no tuvo mucha movilidad y, quitado el pasaje en el que templó de costado antes de colocar la primera banderilla, lo de Ventura, con sus distintas monturas, fue un bailar pegados con el toro, con el pasodoble Juan Martínez de fondo. Casi todo en la distancia corta, con desplantes, recortes por los adentros, algunas reverencias de sus monturas, pero todo con el lucimiento de las monturas en la cara del toro, donde la dificultad es mayor. Estuvo certero y ajustado con las banderillas, incluidas las tres cortas que dejó al violín, a las que sucedió el desplante del teléfono. Antes, tras quitar la cabezada al caballo, aunque con una pequeña rienda en el adorno de las crines, caló con Bronce y los bocados que lanza al toro. Dejó un rejón de muerte trasero y caído, pero muy efectivo y paseó las dos orejas del astado.

Más soso y blando fue su segundo enemigo, suelto de salida y sin fijeza, con el que Ventura brilló en algunos pasajes, aunque en una labor a la que la faltó continuidad, ya que la condición del astado hizo que, en esta ocasión, se adornase más de cara a la galería. Aún así, templó de costado en una vuelta y media al ruedo, y a la hora de dejar las banderillas expuso, aunque sin reunir. Lo peor llegó con el rejón de muerte, ya que tras siete pinchazos dejó uno trasero, que fue suficiente para que doblase su enemigo. En esta ocasión, todo quedó en una ovación para el rejoneador portugués.

Regresó Andy Cartagena a la Feria de Albacete y con él el espectáculo en el festejo de rejones, calando más en el tendido por el lucimiento de las monturas y su doma que por el propio rejoneo. Templó de salida a su enemigo, pero tras pararlo, el de Los Espartales dobló y acusó la caída, lo que aprovechó el jinete para dejar con facilidad las banderillas, varias al violín, como en  él es tradicional. Intentó la misma suerte con las cortas, pero desistió y optó por dejarlas de la manera tradicional, sin apreturas y sin mayor lucimiento. Para rematar, dejó un rejón contrario de rápido efecto. Mientras el respetable agitaba los pañuelos, siguió luciendo la doma de su montura y, al final, paseó la primera oreja de la tarde.

El cuarto del festejo fue un toro con poca movilidad, pero manejable, aunque en descargo del astado hay que decir que, de salida, dio varias vueltas al ruedo antes de que Cartagena lo parase. Después llegó con más facilidad a los tendidos que al toro y se sucedieron banderillas, que quedaron arriba, con piruetas en la cara del toro y baile de sus monturas al son de las palmas del respetable. Faena sin apreturas otra vez en la que también quitó la cabezada al caballo para colocar un par de banderillas a dos manos. No estuvo certero con el rejón de muerte y tras un pinchazo lo dejó trasero y contrario. Dio un sainete con el descabello antes de que el toro se echase por su cuenta.

La tercera en discordia fue Lea Vicens, con una actuación dispar. El tercero de la tarde tuvo más movilidad y lo aprovechó la rejoneadora francesa en los primeros compases, templando de costado al de Los Espartales en una labor aseada, sin demasiado lucimiento, sobre todo al clavar las banderillas, poco reunidas. Mejor estuvo Vicens con las dos flores que colocó, más reunidas, aunque cuando fue a cambiar de montura el toro se echó, algo que hizo varias veces más, y ya todo fue más deslucido, con más tiempo el morlaco en el suelo que en pie. Pinchó en la primera entrada con el rejón de muerte y luego dejó medio trasero que fue suficiente para que el toro doblase. 

Menos movilidad tuvo el segundo enemigo de Lea Vicens y, por contra, más variada y lucida estuvo la rejoneadora con un toro sin fijeza y suelto de salida, aunque Vicens logró que su actuación mantuviese un buen tono, dejando banderillas sin exponer mucho, pero reunidas y en lo alto. Una labor que llegó más a los tendidos, que poco a poco fueron ganando ánimo y compenetración con Vicens. Pinchó antes de dejar un rejón trasero, que fue suficiente. Afloraron los pañuelos y la Presidencia concedió una oreja, que fue premio suficiente, pese a la petición de la segunda, lo que le costó una bronca del respetable hacia el palco.