Una política hídrica que cuide a las pequeñas explotaciones

M.H. (SPC)
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El regadío crece, pero la cantidad de agua usada disminuye graciasa la modernización. Nace el proyecto Smart Green Water, una iniciativa puesta en marcha por entidades españolas, francesas y portuguesas para mejorar su uso en los cultivos

Una política hídrica que cuide a las pequeñas explotaciones - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez. Eugenio Gutiérrez Mart

La tremenda sequía de los dos pasados años ha puesto en primera línea la necesidad de mejorar la gestión del agua para asegurar, además del abastecimiento humano, unas dotaciones suficientes para que los agricultores puedan regar sus cultivos. El regadío genera en España el 64% de la producción agraria, por lo que carecer de agua suficiente implicaría la necesidad de más importaciones y supondría un duro golpe para muchas familias del mundo rural, que verían drásticamente reducidos sus ingresos.

Con todo ello en mente y a raíz de la celebración, el 22 de marzo, del Día Mundial del Agua, UPA quiere remarcar la importancia del regadío para el sector agrario, para el medio rural y para toda la sociedad. La organización reclama que se apliquen criterios sociales en la política de aguas.

Y es que el regadío representa un motor de desarrollo para el mundo rural por la producción de alimentos y la creación de riqueza que implica. En términos generales, una hectárea de regadío produce seis veces más que una hectárea de secano (con un 22% de las tierras de cultivo en España -unos 3,77 millones de hectáreas de regadío- se obtiene más del 64% de la Producción Final Agraria nacional). La renta para el agricultor, también en términos generales, es aproximadamente cuatro veces superior a la de la agricultura en secano.

Una política hídrica que cuide a las pequeñas explotacionesUna política hídrica que cuide a las pequeñas explotaciones - Foto: Ana M. DíezLas explotaciones agrarias de regadío son más competitivas y menos dependientes de las ayudas de la PAC, al suponer estos apoyos un menor porcentaje de renta. El regadío permite, además, diversificar los cultivos (mejor gestión del riesgo) y estabilizar las producciones, con una reducción de los peligros climáticos.

Además, el regadío supone un efecto multiplicador en la economía rural: es el soporte de la industria agroalimentaria y dinamiza a otros sectores de la economía (industria de servicios e insumos, agroindustria, transporte, sector comercial…). En cuanto al empleo, el regadío tiene una gran capacidad de generar empleo directo, cuadruplicando el que genera el secano en términos medios -para generar un puesto de trabajo se requieren 9,2 hectáreas de regadío, pero 41,6 de secano-. También tiene una gran capacidad para crear empleo indirecto. Asimismo, genera un empleo de mayor cualificación profesional y facilita en el medio rural la incorporación de jóvenes y mujeres al sector agrario y al mercado laboral en su conjunto.

Ante los efectos del cambio climático, las explotaciones de regadío son mucho más resilientes (en especial frente a la sequía). De hecho, desde UPA, han señalado que la modernización del regadío es un instrumento vital de lucha contra el cambio climático, tanto desde la adaptación, al permitir con sus inversiones un consumo de agua más racional y optimizado y hacer frente a unas sequías cada vez más intensas para garantizar la rentabilidad y viabilidad de las explotaciones; como desde el aspecto de la mitigación, al ir sustituyendo las energías fósiles por fuentes renovables y por tanto reduciendo la emisión de gases efecto invernadero.

En España la superficie de regadío ocupa aproximadamente 3,77 millones de hectáreas (datos de 2022), habiéndose incrementado en más de 250.000 desde 2012. Sin embargo, pese a ese incremento de superficie el consumo de agua se reducido debido a la modernización de las infraestructuras, un proceso al que ya se han sometido aproximadamente 1,5 millones de hectáreas. De esta manera se logra una mayor racionalidad y optimización del uso del agua, tanto por sistemas de gobernanza como por la introducción de nuevas tecnologías que permiten utilizarla en función de las necesidades reales de las plantas.

De hecho, la superficie regada por gravedad (la más consumidora de agua) se ha reducido en unas décadas, pasando de ocupar más del 50% del regadío a solamente un 21% en 2022; mientras que los riegos localizados (goteo) ya suponen más del 55% de nuestro regadío, con más de 2,1 millones de hectáreas. Aun así, desde UPA se reclama un mayor esfuerzo inversor en la modernización de regadío para completar el máximo posible de la superficie nacional, así como para aumentar la oferta de disponibilidad de agua a través de las desaladoras y de agua reutilizada, con los correspondientes programas de apoyo financiero.

En este contexto, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos resalta la importancia de la agricultura familiar en España como el modelo de explotación mayoritario en regadío. Un modelo que produce alimentos para la sociedad y gestiona y mantiene directamente el medio rural en todos sus aspectos (económico, social, territorial, medioambiental, cultural…). Por todo ello, desde UPA se reclama una política más justa y social en materia de recursos hídricos: concesiones de derechos de agua con criterios sociales, fomento de los bancos públicos del agua y mecanismos de intercambio, eliminación del mercadeo en concesiones o aplicación de criterios sociales en los planes de sequía.

Nuevo proyecto.

La gestión del agua es sin duda uno de los mayores desafíos de la agricultura (y de la sociedad en general). Y el sector agrícola, altamente dependiente de los recursos hídricos, es especialmente vulnerable. Por lo tanto, es necesario crear las condiciones para promover la resiliencia de la agricultura, mejorando el uso de un recurso cada vez más escaso.

En ese reto resulta esencial avanzar en la transformación digital de la agricultura, y con ese objetivo nace el proyecto de cooperación Smart Green Water, financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y en el que participan entidades de Francia, España y Portugal. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) es uno de los socios españoles de este proyecto de cooperación, junto a la Universidad de Córdoba, la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Badajoz, el IRTA y el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Cataluña.

Smart Green Water es una iniciativa liderada por la entidad franco-española Eurorregión Pirineos Mediterráneo, cuyo objetivo principal es desarrollar una estrategia transnacional que promueva el desarrollo, la implementación y las posibilidades de soluciones integradas para las explotaciones de regadío con el fin de satisfacer las necesidades de una agricultura «sostenible, inteligente y digital». Pero más allá de la definición de una estrategia transnacional, se llevarán a cabo, de manera más local, una serie de acciones piloto, así como proyectos demostrativos, para probar y evaluar soluciones y medidas efectivas para la transición a una agricultura sostenible, creando las capacidades necesarias entre los actores clave en la cadena de valor agrícola y la innovación.

La cooperación permitirá compartir experiencias entre los socios, abarcando regiones de España (Andalucía, Cataluña, Extremadura, Murcia, Castilla y León y Castilla-La Mancha), Portugal (Alentejo) y Francia (Occitania y Nueva Aquitania). El papel de UPA será llevar a cabo un diagnóstico territorial sobre digitalización en explotaciones de regadío para analizar y valorar de qué punto se parte en este ámbito. Se realizarán encuestas y seminarios con los agricultores y técnicos especializados en soluciones digitales para regar, así como reuniones con empresas proveedoras de estas herramientas para trasladarles las necesidades y las demandas que los responsables de explotaciones agrarias tienen sobre estas tecnologías.

También se realizará una caracterización de las soluciones digitales de riego que existen hasta el momento con el objetivo de poner este catálogo a disposición de los agricultores. Además, se conformará un programa de formación del que se podrán beneficiar los profesionales del sector para a adquirir nuevas competencias digitales sobre el uso del agua.

Una vez avanzado el proyecto, UPA realizará jornadas demostrativas en campo, difundiendo los resultados de la estrategia. Estos trabajos se realizarán de la mano de Bayer Cropscience, quien apoyará y trabajará con UPA para lograr los objetivos de este proyecto, ofreciendo su amplia experiencia en este tipo de soluciones digitales que buscan la eficiencia en el uso de agua de riego.

 

Politización.

En el marco de la celebración del Día Mundial del Agua, organizaciones agrarias y comunidades de regantes lamentan lo señalado que está el regadío en momentos de sequía, como foco de las restricciones frente a otros usos como los industriales o los del sector turístico. «La politización es la peor contaminación del agua», exclama el presidente de Fenacore (Federación Nacional de Comunidades de Regantes), Juan Valero de Palma, que denuncia también la «demagogia» con la que se trata al sector cuando se aborda el consumo que hace la agricultura.

Los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ilustran que la demanda total de agua en España se sitúa en el orden de los 32.000 hectómetros cúbicos al año y que el principal uso es el del sector agrario, que supone aproximadamente el 80,5% de esta demanda. Esta agua se utiliza sobre todo para regar los más de 3,7 millones de hectáreas de regadío que hay en España, el 22,41% del total de las tierras de cultivo del país, según datos del Ministerio de Agricultura de 2022, cifra que, si bien es inferior a la de 2021, supone un crecimiento del 5,71% en 10 años.

Valero de Palma, presidente de Fenacore, considera que muchas de las críticas son parte de la «demagogia» que se vierte sobre el sector y defiende que el regadío español es de los más modernizados del mundo y que ha conseguido unas altas cotas de ahorro de agua. El representante de Fenacore explica que una cosa es la demanda teórica de agua del sector agrario que reflejan los datos oficiales y otra la demanda real, que, según indica, se queda en unos 15.000 hectómetros cúbicos al año porque muchos regadíos están «infradotados». «Si cuando no hay sequía no vemos atendidas nuestras demandas, imagínense cuando hay sequías. Somos los primeros que sufrimos los recortes», expresa Valero de Palma, que exclama que se trata de una «injusticia total».

ASAJA hace una apreciación similar e indica que el regadío está cada vez más «denostado», mientras que desde la organización agraria COAG comentan que el sector siempre aparece como el culpable porque es el más débil, a pesar de que lleva años sufriendo recortes de agua. UPA, por su parte, destaca que «ante los efectos del cambio climático, las explotaciones de regadío son mucho más resilientes gracias la modernización que han experimentado». A este respecto, Valero de Palma detalla que el sector ha disminuido el uso de agua en un 15% los últimos 25 años.