«Estamos rodeados de información anatómica, que está dispersa»

Antonio Díaz
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El salón de actos de Unicaja Banco en la capital acogió la presentación de Nuestro cuerpo, de Juan Luis Arsuaga

Juan Luis Arsuaga. - Foto: José Miguel Esparcia

El salón de actos de Unicaja Banco en la capital acogió la presentación de Nuestro cuerpo, de Juan Luis Arsuaga. El autor, invitado por Librería Popular, conversó en este acto con Jorge Laborda, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha. Juan Luis Arsuaga, comentó a La Tribuna de Albacete distintos aspectos de interés sobre la obra.  

¿Conocemos nuestro cuerpo más de lo que pensamos o creemos?

Yo tengo esa esperanza, porque hay referencias al cuerpo en todas partes, en la prensa deportiva, para empezar, que nos cuenta con todo detalle las lesiones que tiene un jugador, todos los isquios, todos los músculos y ligamentos que se averían. Continuamente hay referencias en la prensa deportiva, eso por un lado, por otro, hay muchísima información médica y, además, te vas al gimnasio, la mayoría de los usuarios conocen todos los músculos. También si vas a una zapatería, te preguntan si eres pronador o supinador. Estamos rodeados de anatomía, de información anatómica, pero lo que pasa es que no está sistematizada, está dispersa. 

La idea de Nuestro cuerpo, ¿es que nos conozcamos mejor?

Nosce te ipsum, como decían los griegos, conócete a ti mismo, conoce tu cuerpo, porque es lo único que tenemos. Además ahora, en el mundo de la neurociencia  se han invertido los términos, esto a mí me gusta mucho. Antes, desde Descartes, pensamos que la mente tiene un cuerpo, paro ahora parece ser que el cuerpo tiene una mente.  

¿Es nuestro cuerpo una máquina perfecta o casi perfecta?

Sí, como el de todos los animales, ni más ni menos que los demás. 

¿Fruto de la evolución de unos siete millones de años?

El nuestro sí, la línea humana, pero luego podemos mirar hacia atrás al primer hominoideo, al primer primate y, en tus células, en cualquiera de tus células tienes genes que tienen tres mil millones de años.  

¿Nos propone también en Nuestro cuerpo una visita por el Museo del Prado?

Yo vivo en el Museo del Prado, hasta tal punto que los del Museo del Prado me han dicho que por qué no hago un libro. Además, como director de un museo, puedo entrar a cualquiera y siempre he dicho que eso es el mejor regalo que me han hecho en mi vida. Yo, llego a Rawalpindi, localizo el museo, saco mi tarjeta y entro sin guardar cola, a cualquier museo del mundo. No se me ocurre mayor regalo y, además, para el Museo del Prado tengo mi propia tarjeta. En el Museo del Prado hay muchas historias, pero no tanto porque hay esculturas, anatomía, al fin de cuentas, la historia del arte, y ahí tienes el cuerpo representado a lo largo de la historia, pero no sólo por eso, también porque en el Museo del Prado hay fantasmas de personajes históricos, y me gusta encontrarme con esos fantasmas. Luego, me voy a la sala de escultura  clásica, que tiene tres ventajas, es fabulosa, no lo sabe nadie, estoy solo, por lo menos hasta ahora y estoy rodeado de dioses y de diosas.  

Podemos encontrar ahí el canon de belleza, ¿ha cambiado mucho?

Varios. No puede cambiar porque está en los genes, nos siguen gustando los hombres anchos de hombros, fuertes, con pectorales, con pelo. Los griegos no hicieron ninguna representación del ideal masculino calvo,  hoy la gente sigue yendo a Turquía a implantarse pelo. 

Una máquina, bien diseñada, ¿que se ha adaptado al medio en una evolución que continúa?

No. La selección direccional, digamos, no continúa porque la hemos suprimido, afortunadamente;la hemos cancelado. 

¿Se ha parado?

A propósito. La evolución se produce sobre la base de la mortalidad infantil masiva, para que haya evolución tiene que haber mucha mortalidad infantil.   

Explica que esa máquina tan bien diseñada que es el cuerpo, adaptada a andar, hace que cueste por eso mucho, por ejemplo, adelgazar.

Por eso mismo, porque consumimos muy poca energía, si no fuese así, andando, adelgazaríamos. Si fuésemos una máquina con un mal diseño, despilfarradora y muy poco eficiente, haríamos un kilómetro y quemaríamos 4.000 calorías, volveríamos a casa con algún kilo de menos.  

El libro propone un viaje y aconseja ponerse frente a un espejo. 

Cierto, propone un viaje y aconseja que nos palpemos. Es un viaje que se hace con los dedos, para que nos exploremos el cuerpo.  

¿Hay algo que nos sobra?

Aparte de egoísmo y cosas así, pero en el cuerpo nada.  

¿Hay demasiado culto al cuerpo?

Bien entendido lo recomiendo, es como cultivar el espíritu. Siempre digo que el resumen de mi filosofía viene de un amigo, de un biólogo asturiano. Después de una larga caminata por los montes, llegábamos a lo alto y sacaba de la mochila una hogaza, un queso y una botella de sidra y decía, hay que ver qué bien vivimos los ricos. Con 1.000 metros de desnivel, el queso te sabe a gloria. 

¿Pensó en algún lector determinado para este libro?

Me gusta tomarme al lector en serio. A mí me parece que cualquier lector es tan inteligente como yo o más.  Eso quiere decir que le cuento las cosas por su nombre.    

Además, incluye códigos QR.

Creo que este libro es pionero y en el futuro todos se harán así.