Editorial

La Alcaldía de Pamplona o la prueba del nueve del poder negociador de Bildu

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El acuerdo para esa moción de censura es importante por el hecho en sí y también por el momento en el que se produce

Después de la manifestación que mostró el domingo el rechazo de UPN, PP y Vox al pacto entre PSOE y Bildu que permitirá al representante de esta última formación ser el próximo alcalde de Pamplona, la formación popular exigió ayer formalmente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que dé marcha atrás en ese pacto para la moción de censura al tiempo que le instó a que impidiera que la izquierda abertzale se haga con el control de cualquier ayuntamiento, aunque para ello deban pactar los dos grandes partidos. No en vano, en el equipo de Alberto Núñez Feijóo son conscientes de que después de la capital navarra pueden venir otros municipios que, si bien no son tan importantes, si pueden dar alas a Bildu ante la celebración de las próximas elecciones vascas.

El acuerdo para la moción de censura en Pamplona es importante no solo por el hecho en sí, sino también por el momento preciso en el que se produce. Que el PSOE propicie que la izquierda abertzale gobierne en una capital autonómica supone traspasar una línea hasta ahora no cruzada en la normalización institucional de los herederos de Herri Batasuna, pero, además, que se haga escasas semanas después de que sus votos se convirtieran en imprescindibles para propiciar la investidura de Pedro Sánchez permite aventurar que ese apoyo estaba condicionado a que Joseba Asiron recuperase la Alcaldía que ya ocupó entre los años 2015 y 2019.

No es ningún secreto que el PSOE hubiera preferido dilatar en el tiempo ese acuerdo para hacerlo coincidir con las elecciones al Parlamento vasco que se celebrarán en 2024, en una fecha aún por confirmar. Este adelanto no hace si no aumentar los resquemores en el seno del PNV, el otro partido necesario para mantener la precaria estabilidad en el Gobierno nacional, y que se va a jugar precisamente con Bildu la Lehendakaritza en los próximos comicios. Llegado ese momento, y en un escenario en el que las mayorías absolutas son una quimera, los socialistas vascos tendrán que decidir a quién de los dos apoyan, siempre teniendo en cuenta que la formación que lidera Andoni Ortuzar es la única que puede hasta estallar el Ejecutivo nacional vía apoyo al PP en una hipotética moción de censura. 

La estrategia de pactos le ha salido bien a Pedro Sánchez hasta este momento, pero bordear tanto los límites siempre suele acabar por tener consecuencias y no precisamente positivas. Armar un Gobierno aglutinando a formaciones tan diferentes desde el punto de vista ideológico e incluso conceptual es un ejercicio muy limitado en el tiempo y después de verse las primeras fricciones en el ala progresista se verán pronto también en la nacionalista.