Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


'Decimatio'

21/10/2023

Uno se pregunta si será capaz de rebeldía. Para mí los días son muy parecidos. Voy a mi despacho y hablo con mis clientes. Cuando un recurrente alega discriminación hablamos de derechos fundamentales y puedo ser pesado citando los altos valores de nuestra Constitución. De paso por uno u otro Juzgado me detengo a saludar al guardia civil que custodia la entrada          -me siento honrado, toda mi familia paterna ha sido y es del benemérito cuerpo- y en ese saludo siempre hay emoción: uno recuerda tantos guardias y oficiales asesinados por defender nuestras libertades tan duramente ganadas. Ese mismo día suelo llegarme a la rotonda de la Subdelegacion de Defensa y miro la gran bandera española -y entonces recuerdo a Santiago Carrillo aceptando la monarquía y haciendo suya y propia la bandera común-. Tomo café en el Gran Hotel   -sirven el café americano justamente: en taza ancha, café largo y una tetera de agua caliente para rebajar al gusto de uno el café-. Por su terraza pasan abogados y procuradores, forenses y magistrados -es el viejo foro de siempre-. De vuelta al despacho pienso que todo es recurso o amparo -no desistas, siempre hay algún resquicio, hay seguridad jurídica, la tutela efectiva del derecho va más allá de tu sola pericia-. Es hora de volver a casa y paso por la iglesia del Buen Pastor: creo en nuestra tradición judeocristiana y en nuestro patriotismo republicano o constitucional. Comiendo en familia atiendo poco a los informativos -me son incómodos-. De tardes tomo café ya en mi despacho -tengo una cafetera de goteo y otra para expreso-. No me va mal. He renunciado (yo creía que gozosamente) a seguir la vida pública de hoy y vivo en la de ayer -un poco de Azaña o Maura o Prieto- y tengo la suerte de poder repasar mis libros. Al cierre me voy con los amigos (o solo y con mis asuntos) a correr -es como un sanatorio mental-. Un poco de lectura y el día acaba -es muy parecido al resto de los días y parece impertinente quejarse de nada-. Uno se pregunta si será capaz de rebeldía -al menos por una indeclinable exigencia moral privada y propia-. Quizá esté a tiempo de evitar la decimatio romana -el castigo de los cobardes-.