El Albacete lo bordó, sufrió y sigue fuerte en el Estadio

Juan Carrizo
-

3
Albacete Balompié
1
Andorra
Finalizado
Un gol de Higinio en el minuto 91 evitó un final de infarto ante la reacción del Andorra en la segunda parte

Fran ocasión de Escriche durante la primera mitad. - Foto: José Miguel Esparcia

El Albacete sufrió para derrotar al Andorra en un partido en el que deslumbró en la recta final de la primera parte y en el que desapareció por momentos en gran parte de la segunda.

Manu Fuster y Jonathan Silva adelantaron al equipo de Rubén Albés y dejaron al Andorra contra la lona pero salió en la segunda mitad dormido, Petxarroman recortó distancias y se pasaron muchos apuros hasta que Higinio hizo el 3-1 en el 91 para provocar el delirio en la grada tras mucho sufrimiento.

Rubén Albés hizo modificaciones en la defensa. Primero en la portería, con Altube por Bernabé, que el día anterior había sido padre. Luego metió de inicio a Datkovic y Jonathan Silva por Djetei y Julio Alonso, por lo que Carlos Isaac era el único diestro de la parte de atrás. El resto, los de siempre, con Escriche como principal referencia ofensiva.

El partido transcurrió por los cauces que se esperaban. El Andorra tenía la posesión y el fútbol lo ponía el Albacete. Mientras el equipo de Albés tenía una docena de llegadas al área con un treinta y pico por ciento de posesión, el Andorra apenas llegó un par de veces en la primera media hora con un sesenta y pico por ciento. Tener el balón, si lo usas para marear la perdiz, no vale para nada.

Además, la presión del Albacete acabó por poner nervioso a un Andorra que terminó la primera parte hecho un auténtico flan.

Empezó el partido con algo de tensión con el colegiado Moreno Aragón, que además puso el listón alto con un par de tarjetas en los primeros minutos. La grada estaba demasiado pendiente y protestona, pero el Alba con su actitud y con su juego hizo que la mirada del respetable se centrase en sus bonitas jugadas.

Jonathan Silva por la izquierda ofrecía detalles muy interesantes, mientras que Fuster estaba de dulce. Luego Escriche es garantía de peligro, aunque al delantero del Albacete no le esté acompañando la suerte.

Después de varias llegadas interesantes, en el 29 Escriche se plantaba ante el portero, evitaba al defensa y realizaba un remate que rechazaba Dani con las piernas evitando el 1-0.

El Andorra insistía en eso de salir desde atrás tocando y tocando cuando el Albacete le estaba robando la cartera con excesiva facilidad. Tanto va el cántaro a la fuente que en el 31 Riki se lanzó para contar uno de esos pases donde tienes más que perder que ganar y la pelota se quedó para un Fuster inspirado, pues rodeado de contrarios se buscó el hueco para realizar un remate precioso ante el que nada pudo hacer Dani.

Con el 1-0 el Andorra puso algo más de intención y Álvaro Martín hizo un par de tiros desde lejos, uno a las manos de Altube y otro que salió desviado. La primera parte estaba llegando a su fin y el Albacete vivía sus mejores momentos, así que no era de extrañar que con otra jugada de tiralíneas Quiles pusiera un centro al punto de penalti para que Jonathan Silva apareciera por detrás ante la sorpresa de la defensa y portero, que hicieron la estatua.

El 2-0 dejó en la lona al Andorra, que a punto estuvo de encajar el tercero en esos minutos de locura manchega y que, si no lo hizo fue porque el colegiado mandó el partido a los vestuarios ante la alegría de una grada que, una noche más, estaba disfrutando con el juego de su equipo.

caraja. Pero en el fútbol se pasa del blando al negro en un abrir y cerrar de ojos. El Andorra acabó la primera parte a merced del Albacete, pero empezó mejor la segunda parte.

Incomprensiblemente el equipo de Rubén Albés salió del vestuario totalmente dormido. Datkovic se despistó cuando apenas se llevaban un par de minutos de segunda parte y el Andorra a punto estuvo de aprovecharlo para recortar distancias. La jugada de despiste se prolongó en el tiempo porque el Alba no se quitaba la caraja de encima y Petxarroman hacía el 2-1 en el minuto 50.

    El equipo de Eder Sarabia no solo espabiló sino que pasó a dominar el partido con claridad ante un Albacete desconocido, que no llegaba a las coberturas y al que temblaban las piernas cuando la pelota se acercaba a las inmediaciones de su área. Yeso que todavía mantenía la ventaja, ahora mínima, en el marcador.

La actitud del Andorra era otra. Seguía con la posesión, pero dando más verticalidad a su juego, mientras que el Albacete no encontraba tanta claridad en sus acciones a la hora de robar y montar peligrosos contragolpes o transiciones que pillaran descolocada a la defensa visitante, como había pasado en la primera mitad.

Higinio entró en el partido por Escriche, un cambio de hombre por hombre cuando quizás el equipo necesitaba algo más de control en el centro del campo o incluso mordiente en las bandas.

Ahora las llegadas del Ando tenían más continuidad y más sensación de peligro. Se jugaba más en el campo local y el balón duraba demasiado poco en las piernas de los jugadores manchegos. El partido de la segunda parte no tenía nada que ver con el de la primera, la afición se dio cuenta y empezó a animar y arropar a sus jugadores al ritmo de palmas y cánticos que son los que dan a los equipos el plus de jugar en casa.

a la defensiva. Albés movió ficha. Sacó del campo a Quiles para meter otro central, Djetei, dejando una línea con tres centrales atrás y liberando a Olaetxea para frenar el juego del Andorra más adelante. Ahora ya el porcentaje de posesión era mucho mayor que en la primera parte para en Andorra. Un monólogo frente a un Albacete más preocupado de no perder la posición que de presionar al rival.

La grada jugaba su baza de animar, de empujar al equipo en los peores momentos, casi a merced de un Andorra que buscaba el empate, mientras Albés hizo dos cambios para refrescar a los laterales, cuando el equipo parecía necesitar hombres de refresco en el centro del campo para poder quitarle el balón al Andorra y coger algo más de oxígeno en la recta final del encuentro.

En la recta final el Albacete jugó con inteligencia, llevó el balón al campo rival y lo alejó de su portería. Y el sufrimiento se tornó en delirio cuando en el 91 el Andorra volvió a cometer otro infantil en la salida del balón, regaló la pelota Olaetxea e Higinio hizo el 3-1 para cerrar el partido y evitar el sufrimiento que se estaba pasando en la segunda mitad.