Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Qué coño es la armocromía

05/05/2023

Las páginas de política de los periódicos italianos se han pasado varios días centradas en la armocromía. Les ahorro el esfuerzo de buscarlo en el diccionario porque tuve que hacerlo yo: se trata de una disciplina bastante improvisada que estudia qué colores combinan mejor y cuáles favorecen a determinados rostros y facciones. He aprendido, por ejemplo, que los manuales de armocromía clasifican a las mujeres en cuatro categorías: invierno, primavera, verano y otoño.
La tontada se hizo popular cuando la nueva candidata de la izquierda, Elly Schein, confesó en una entrevista en Vogue que, entre sus muchos asesores, se cuenta una experta en armocromía. Imagínense el cachondeo, teniendo en cuenta que su perfil encaja perfectamente en el estereotipo de lo que tiene que ser un perfecto 'pijo progre' romano. Schein ha intentado defenderse de mil maneras, pero el mal estaba hecho. En pocos días, su imagen de política comprometida ha quedado pulverizada por el peso de una tontería.
Es evidente que la política va cada vez más de estas cosas. De armocromía, o de jugar con el protocolo para forzar un escándalo institucional absurdo. De mandar mensajes sencillos que no hace falta explicar e inventar polémicas que entiende todo el mundo. Nuestro protagonista, que además es muy guapo, quiere mandar a su amigo a la fiesta. La protagonista, que es igual de guapa, no le deja entrar. Luego pelean en la puerta por ver quién tiene razón. Punto. No hay más. A eso hemos reducido el debate político. Hay quien se acalora, pero si lo piensan es todo ridículo.
La peor trampa es pensar que no hay nada por debajo del circo, que no hay un modelo de gestión, que no hay intereses cruzados, ambiciones, que no hay dinero en juego, que no hay ningún adulto en la sala. Los hay, aunque no los veamos. Y tienen sus agendas bien claras. Se esconden detrás de una combinación de colores casi perfecta. Nos confunden con la armocromía.
 

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