El Centro Sociocultural del Barrio de San Pablo, Centro de Interpretación del Agua, acoge durante todo el mes la exposición Acuarela y café, de Manuel García. El artista, funcionario del Ayuntamiento de Albacete, comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de la muestra. 

¿Por qué se planteó esta exposición en el Centro de Interpretación del Agua?

Yo trabajo en el Ayuntamiento y tengo relación con las personas que llevan los centros socioculturales. Cuando se inició el proyecto del Centro de Interpretación del Agua, se dejó  también el Centro de San Pablo. No había expuesto en solitario y ya tenía unas cuantas obras que hice en pandemia. Maribel, coordinadora del centro me ofreció la sala, buscamos fecha y ahí estamos. Es un centro amplio, al que va mucha gente. 

Se decidió por AMAC, donde va  parte de la recaudación.

Así es, yo tengo mi sueldo y no pretendo hacerme rico con la pintura. Siempre he pensado que cuando uno recibe algo, lo mejor es compartirlo. Entonces, pensé en donar parte a una asociación y no sabía muy bien a quién. Manuel Martínez, el concejal, me habló de AMAC y me pareció muy bien porque la idea era repartir los beneficios que pueda tener.  

¿Por qué 40 acuarelas?

Son las que tenía. Casi siempre he hecho retrato al óleo. Pero cuando estábamos en pandemia, confinados, no tenía ni lienzos ni óleo y usarlo en casa es complicado. Tenía una tableta de acuarelas, que suelo usar cuando hago bocetos, y papel, así que me puse a pintar y saqué una serie de 40 acuarelas.  

Acuarela y café, ¿por los materiales con los que trabajó?

Claro, están hechas con café. Usé el café como base de las acuarelas de esta exposición, para dar tonos melancólicos, sombras. Muchas acuarelas tienen varios fondos para dar más oscuridad o iba diluyendo el café para aclarar, según lo que pidiese la acuarela, porque en muchas ocasiones utilizaba un color para conseguir varias tonalidades. Están hechas con café y para mi paleta de acuarelas intenté utilizar lo mínimo posible, dos, tres colores máximo, negro, rojo porque hice muchas amapolas y el café, jugando con el fondo del papel y las profundidades. 

¿Tiende al realismo?

No. En algunas hay algún paisaje, porque buscabas cómo salir de la casa donde estábamos encerrados. Anhelabas la libertad, salir y ver el sol y tengo algunos amaneceres con barcos o flores, que no vimos salir en el campo, pero pinté muchas amapolas, una flor que considero que sale en cualquier sitio. 

¿Con un toque nostálgico?

Sí, son muy nostálgicas. Cuando las ves y conoces la historia, cómo se hicieron, entiendes lo que transmiten los cuadros, la tristeza o la intención de querer salir adelante, movilizar. Es optimista, pensando en que de eso íbamos a salir y eso se ve. Son obras únicas, hechas en un momento concreto y tienen mucho calado. 

¿En qué trabaja ahora?

Me gusta mucho Sorolla y cómo trabajaba con la luz, así que estoy investigando, antes de empezar a pintar, tengo que hacer muchas pruebas y, en principio, trabajo en una exposición evocando este trabajo de Sorolla y lo que transmite. Estoy con óleo,  porque la acuarela me resulta más complicado, al trabajar con agua, porque tiene su propia independencia. El óleo me permite equivocarme, la acuarela, no. 

Este línea no es realista, ya que el realismo lo guardo para el retrato al óleo, después me gusta el expresionismo, incluso tiende a la abstracción, como ocurre con algunas de las acuarelas.