La última obra de Rubén Martín Díaz, Arquitectura o sueño (La Isla de Siltolá) es un libro de prosas poéticas cortas -a modo de ensayos-, con constantes referencias culturales. El autor, acompañado por otros dos reconocidos escritores albacetenses, Eloy Miguel Cebrián y León Molina, presentaba ayer en Popular Libros esta «colección de prosas cortas», como él mismo lo define, no sin antes matizar que también pueden ser consideradas una mezcla de géneros: un diario, pequeños ensayos, microrrelatos, aforismos...
¿Optó por este formato para explorar nuevos cauces de expresión poética?
Sí, después de tres libros de poesía en verso me apetecía huir de la métrica tradicional y de las formas más estrictas del verso medido, plasmando lo que quería llevar al papel a través de la prosa poética, con un ritmo más libre y suelto, acorde con el tono que iba buscando.
Viene siendo algo común que los nuevos poetas dejen de lado la métrica tradicional, ¿por qué?
Sí, es bastante usual, sobre todo entre la gente más joven, aunque hay otros poetas que trabajan mucho más la métrica y la técnica en general. Actualmente parece primar más la utilización del verso libre, guiarse por el oído y alejarse de esos cánones tradicionales. Personalmente, me gusta utilizar la técnica y basarme en la métrica para ayudar a conseguir un mejor ritmo, aunque también me apetecía buscar nuevos caminos, experimentando un poco.
¿Cuántas composiciones reúne en este libro?
Son medio centenar y en cuanto a temática debo aclarar que es un libro culturalista, cuajado de referencias culturales, tanto literarias como de cine, música, pictóricas... en general abarca todos los temas del arte y tiene como fondo a París, una ciudad que me impresionó muchísimo y de la que buscaba aportar mi visión.
¿Nunca le ha interesado la poesía social?
La verdad es que no, estoy un tanto aburrido de esos temas, me interesan como persona pero no me inspiran como escritor... digamos que no encuentro materia poética en temas sociales y políticos.
Así pues, ¿le gusta indagar más en los sentimientos eternos asociados al ser humano?
Sí, voy más allá de la sociedad que nos hemos montado, centrándome en cómo es el ser humano realmente o cómo me siento en el mundo donde vivo. Es una forma de reflexión y de plantearse a sí mismo esos temas eternos; no obstante, en este último libro se aprecia mucho un cambio en cuanto a referencias culturales, aparte de la estructura poética.
¿Busca de forma premeditada la reflexión por parte del lector?
La verdad es que cuando escribo lo hago para mí, por ejemplo en esta última obra no pensé en el futuro lector que podría leerla, incluso no sabía si sería material digno de ser publicado por una editorial. Sólo pensaba en lo que deseaba reflejar en el papel como forma de autoconocimiento, llevar al papel algo que no aflora simplemente con reflexiones, sino conectando con la voz poética que llevamos dentro. En cualquier caso, siempre es agradable que los lectores te comenten que tu obra les sirvió para ello.
¿Es usted de los que prefiere que la inspiración le encuentre trabajando?
Sí, desde luego. La inspiración desbocada, pura y dura, no sirve para nada, porque tendemos a expresarnos desde la parte más irracional y ello nos lleva a imágenes demasiado oscuras, que muchas veces no puede entender el lector. Necesitamos un poco de contención para trabajar y dar forma a esa inspiración, es verdad que necesitamos sentirnos inspirados, pero es preciso el trabajo constante y diario.
¿Cómo le cambió el Premio Adonáis?
Como escritor lo supuso todo. Es verdad que el mundillo poético es minoritario, no mueve masas, ni sales en televisión a diario, pero dentro del mundo de la poesía el Adonáis y el Ojo Crítico me pusieron en el candelero de la poesía dentro del ámbito nacional, me llevó a ser más conocido y te aproxima a nuevos lectores, que están pendientes de cada proyecto.
¿Ve posible invertir esa situación minoritaria de la poesía con la llegada de nuevos lectores?
No sé si hay mucha gente joven que se interese por la poesía, creo que hay que tomárselo con naturalidad, porque la poesía requiere del lector un esfuerzo muy grande para que le llegue y hoy en día la gente no está por ello, simplemente es el ritmo que marca esta sociedad, la gente necesita desconectar y reclama cosas más inmediatas, mientras que la poesía requiere tiempo para adentrarse en ella. En cualquier caso, esto le va bien, porque la poesía tiene que ser pura y debe escribirse cuando se necesita... es mi forma de verlo