Laura Rivas es la madre de un prematuro extremo, Orion, que hoy tiene año y medio. Orion nació el 15 de abril de 2022, de 27 semanas y siete días, con un peso de 1.070 gramos.
Estuvo ingresado casi 60 días, la mayoría de ellos, en concreto, 50 días, en la UCI Pediátrica y el resto en Neonatología.
Nada hacía presagiar que esto podría suceder, porque como relata Laura su embarazo fue normal, pero «una noche sufrí un desprendimiento de placenta, empecé a sangrar mucho, estaba durmiendo y me di cuenta porque me desvelé, de lo contrario quizás no sé lo que hubiera pasado, porque es algo que no duele». Rápidamente se marchó al Hospital, donde reconoce que «actuaron muy rápido porque es una situación de emergencia, el desprendimiento de placenta implica que el bebé se queda sin sustento, y por ello en muchos de estos casos el bebé no sobrevive. Nosotros tuvimos suerte en este sentido».
Tras practicarle una cesárea de urgencia, Laura se encontró que de la noche a la mañana y antes de lo previsto era madre de un bebé que no sabía si iba a sobrevivir. El suyo era un embarazo muy deseado llevaba tiempo intentándolo, tal y como afirma esta mamá prematura, que reconoce que en su caso fue muy complicado «hacerme a la nueva situación».
Eso sí, la experiencia vivida le ha servido para impulsar desde Albacete la constitución de una delegación de la Asociación nacional de madres y padres de niños prematuros (Aprem), con el fin de poder ayudar y acompañar a otras madres y padres que como ella se ven abocados a vivir esta misma realidad.
Una etapa, que recuerda no ha sido fácil, «ha sido muy dura, si una madre con un niño a término tiene ese miedo, la situación se acrecenta con un bebé prematuro, porque no te da tiempo a pensar que has tenido un hijo, tu cabeza tiene que ir más rápido de lo que va la situación. En mi caso fue muy difícil hacerme a la nueva realidad; como no lo reconocía como mío, al principio ni lo tocaba ni lo miraba».
Este año y medio de vida que tiene Orion no ha sido tampoco un camino de rosas, aunque su madre afirma que en su caso han tenido suerte, porque al margen de algunas secuelas comunes a todos los prematuros, como la ictericia y una infección en la sangre que sufrió (debido a que les pinchan muchas veces, les hacen analíticas diarias); o tener soporte respiratorio durante su etapa en la UCI, lo que le ha originado una displasia bruncopulmonar, así como la lactancia en diferido, un edema pulmonar, o la epilepsia controlada que le dejó como secuela las convulsiones que sufrió en los primeros días de vid, Laura Rivas afirma que su hijo está bien, «tiene una calidad de vida muy buena, porque todo lo que ha tenido fruto de su prematuriedad los profesionales sanitarios de la Unidad se lo han cogido muy a tiempo». De hecho, fue le primer bebé de la UCI Pediátrica que estando ingresado pasó el Covid.
Laura no para de elogiar el buen funcionamiento y los grandes profesionales que tiene la Unidad, así como los que trabajan en Atención Temprana de Asprona, que desde el primer día han atendido a su hijo, porque si bien todavía no camina, la neuropediatra que le sigue afirma que el niño sigue un desarrollo evolutivo normal.