Alea iacta est (la suerte está echada), porque PSOE y Junts ya llegaron a un acuerdo que satisface a las dos partes. A la primera porque el egocéntrico Pedro Sánchez será investido presidente del Gobierno y seguirá como inquilino de La Moncloa, y a la segunda porque se pondrá en marcha la Ley de Amnistía que perdonará todo lo hecho por Puigdemont y compañía en el pasado. Así se consumará en el Congreso de los Diputados cuando, entre otros, Emilio Sáez, Isabel Belén Iniesta, Isabel Rodríguez, Gonzalo Redondo, Luis Carlos Sahuquillo, Alberto Rojo, Sergio Gutiérrez y Milagros Tolón, diputados nacionales socialistas por Castilla-La Mancha, voten lo mismo que Pilar Calvo, Josep María Cervera, Josep María Cruset, Isidre Gavín, Marta Madrenas, Miriam Nogueras y Eduard Pujol, diputados por Junts. Los ocho diputados de nuestra región no sólo apoyarán -ojalá y me equivoque- la investidura, sino también que, una vez más, nuestra región y nuestra provincia sean castigadas en otros muchos aspectos.
Inmerso en pleno cabreo por esta situación y en un día tan triste para nuestra democracia, me vinieron a la mente mis amigos de El Bonillo, buena gente que, con su particular gracia, presumen de que son una nación. Yo, según están las cosas, les animaría a que en el próximo Pleno que celebren en el Consistorio bonillero proclamen, aunque sea por unos segundos -como hizo Puigdemont- la independencia de El Bonillo y puedan presumir de que, por un tiempo, fueron una nación. Además, el bueno de Juan Gil no tendría que huir en el maletero de un coche, que Sánchez ya tendrá abierta la gatera de escape.