Productividad en caída libre

Carlos Cuesta (SPC)
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El rendimiento en España por persona y hora trabajada está por debajo de la media europea y constituye un lastre importante a la hora de incrementar los índices de competitividad, los salarios y la facturación de las empresas

Productividad en caída libre

La actualidad económica vive un muy momento complejo. La recuperación se ha quedado congelada ante una alta inflación que ha ocasionado la subida de los precios de la energía, los carburantes y los alimentos principalmente. Además, la invasión de Ucrania por Rusia ha deparado en una profunda crisis que puede acabar en recesión ante las consecuencias impredecibles que este conflicto bélico puede generar tanto en la zona euro como a nivel general y también en todo el mundo. 

En este contexto, el rendimiento en España por persona y hora trabajada está por debajo de la media europea y constituye un lastre importante a la hora de incrementar los índices de competitividad, los salarios o la facturación empresarial. La caída de estos indicadores económicos ponen de manifiesto que las cosas no marchan bien y que, como ya reconoció la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, «los próximos trimestres van a ser complejos» en lo que se refiere al contexto económico, marcado por «una gran incertidumbre».

Los economistas coinciden que el futuro de la economía española no es fácil de prever. Aunque existen indicadores como el empleo, que se está comportando medianamente bien, al menos hasta el pasado junio, con una tasa de parados del 13,1%, la más baja en 14 años, y con 2,9 millones de desocupados o, por ejemplo, el índice de crecimiento que está resistiendo la crisis con valores positivos, sin embargo, están saltando las alarmas ante la llegada de una importante desaceleración como muestran los niveles de productividad.

El rendimiento por empleado y hora trabajada que para los economistas es el dato más objetivo, ha sufrido en España la mayor caída de toda la eurozona con 10,6 puntos desde el final de la crisis de 2008-2013 hasta el cierre del pasado año.

El índice del país empata con Grecia a pesar de que se trata de un Estado con una economía mucho más pequeña. El balance del primer semestre es aún impreciso pero todo apunta a que la tasa de productividad está a la baja. De hecho, el Gobierno se ha mostrado en los últimos meses en desacuerdo con los informes del Instituto Nacional de Estadística respecto a este y a otros indicadores económicos y pretende utilizar en los próximos meses nuevos sistemas de medición que los que empleaba Juan Manuel Rodríguez Poo, que ha cesado recientemente como presidente del INE, a pesar de que desde la oposición se denuncia que lo que busca el Ejecutivo es  maquillar los resultados para pasar los filtros de Bruselas que examina cada dato antes de liberar los fondos Next Generation UE.

No obstante, también los datos que publica Eurostat coinciden con el INE y deja la productividad nacional a la cola de los países de la UE y, de hecho, España suspende en todos sus capítulos referidos al rendimiento de su mercado laboral.

La Comisión Europea pidió a España en 2019, para tener un mapa lo más real posible, que creara el Comité Nacional de Productividad pero lo cierto es que casi tres años después la lectura de estos valores sigue cuestionándose ante una posible injerencia gubernamental.

En este tablero, España cerró 2021 con el dato de referencia de productividad en 93 puntos frente a un nivel de referencia equivalente a 100 enteros, tras un descenso desde el 99,8 que mostraba en 2018. Todas las demás grandes economías del euro se colocan por encima de 100: Irlanda, que lidera este ranking, pasa de los 215,8 puntos, Alemania 103,2, Francia 115,5 e Italia 104. La media se encuentra en 104,8 puntos lo que significa que la economía nacional se encontraba en 2021 casi 12 puntos por debajo.

Reformas

En definitiva, y aislando este indicador de la gestión política, lo cierto es que un país como España precisa de importantes reformas estructurales con la mayor premura para mejorar la productividad, la competividad, la eficiencia energética, el mercado laboral, el sistema fiscal o la enorme deuda y déficit público entre otras materias para estar en el puesto que le corresponde en la UE por su PIB tras Alemania, Francia e Italia.

Los analistas subrayan que se trata de construir un sistema que aporte valor añadido mediante el uso de las más modernas tecnologías, que las empresas apuesten por mayores inversiones en I+D, que se potencie la cualificación laboral con mayor especialización y que se pongan los mimbres para que tanto el tejido productivo, como el mercado laboral y la Administración coordinen sus esfuerzos en una estrategia seria de futuro.