«El día 18 me tiene sin dormir, sin comer»

Francisco J. Martínez
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Samuel Navalón debuta con picadores en Almería, pero en los últimos meses revolucionó el panorama taurino local desde la Escuela Taurina por su forma de concebir el toreo

Samuel Navalón, novillero. - Foto: José Miguel Esparcia

La historia se repite. Si antaño, Albacete tuvo un matador de toros nacido fuera de sus fronteras, en Iniesta, Chicuelo II, ahora Albacete arropa a otro torero -está vez en proyecto- oirundo de la localidad valenciana Ayora, aunque nacido en Requena en 2004, Samuel Navalón. Aún es pronto, porque el viernes debuta con picadores en Almería, pero en los últimos meses revolucionó el panorama taurino local desde la Escuela Taurina por su forma de concebir el toreo. Para el viernes ya hay autobuses organizados para acompañarle en tan importante cita. No hay que echar las campanas al vuelo, pero tiene aptitud y actitud para llegar a ser matador de toros, sin embargo, es consciente que su sueño no hizo nada más que comenzar y quiere ir «poquito a poco», como suele decir. De momento, sólo él sabe dónde está su límite. A día de hoy sólo piensa en Almería el día 18, donde abre una etapa profesional.

¿Cómo surgió su afición taurina?

Es algo que me viene vocacionalmente. No sé por qué, pero desde que tengo uso de razón lo que más he querido en este mundo es ser torero. Mi familia tampoco lo ha vivido en casa, pero desde pequeño en casa de mis abuelos se veían los toros en CMM y de pequeñito algún día los veía y les pedía a mis padres que me llevasen a los toros. A raíz de ir a la plaza, de ver ese animal… a mí me encantaba bajarme al matadero y verlo de cerca, ver el volumen, ver los pitones… era algo que me causaba una sensación tremenda. El ver a ese hombre hacer una obra artística con esa bestia fue algo que entró dentro de mí y hasta el día de hoy es lo único que abunda en mi manera de ser y mi manera de entender la vida, no hay otra cosa que lo supla.

¿Cómo explicaría a un neófito en los toros lo que es vivir en torero?

Como el que tiene una necesidad de hacer otras cosas, pues tengo necesidad de dedicarle mi tiempo a pensar en el toro, a mi profesión y, desde que me levanto hasta que me acuesto, estoy pensando en los toros, en faenas que me gustaría hacer, para lo que trabajo mucho y a gusto, pensando en que las cosas salgan en la plaza.

Su carrera está como quien dice arrancando y habla de faenas soñadas, ¿ha habido ya alguna?

Ha habido matices que he podido vivir que he soñado antes, en los entrenamientos y en mi día y día, pero, como bien dice, estoy arrancando y todavía no consigo esa faena rotunda que sueño cada día. Soy consciente de que queda todo por andar. No sé si llegará al cien por cien, pero sí que iré poquito a poco consiguiendo cosas que deseo.

Como siendo valenciano, ¿por qué elige la Escuela Taurina de Albacete para su formación?

He de decir que soy de un pueblo de Valencia, Ayora, pero mi pueblo es más manchego que valenciano. Es castellanoparlante y también por cercanía está más cerca Albacete. Entonces estaba mucho más relacionado con la tauromaquia de Albacete que con la de Valencia. Había venido a ver toros y tenía algunos amigos del mundo del toro aquí. Lo tenía muy claro. Cuando decidí apuntarme a la Escuela Taurina lo único que me pasó por la cabeza fue Albacete. Era una escuela taurina que estaba de categoría y decidí venirme.

¿Cómo encaja su entorno esa decisión de vida al no ser taurino?

Mis padres, mi familia en general, lo encajaron como un juego, como un niño que estaba a gusto jugando con un capote y una muleta. También en mi pueblo se vive el festejo popular, lo que no era normal es que estuviera con un capote y una muleta, cuando allí lo único que se veía era correr las vacas. Cuando les pedí que me apuntasen a la Escuela Taurina, entonces ya cambió un poco la perspectiva. Hasta el día de hoy también se ha vivido como un juego, porque los animales no eran de gran tamaño... ahora sí se van dando cuenta de lo que es esto, y yo también. Lo pasan muy mal, como es lógico, pero me apoyan al 200 por cien.

Cuando llega a la Escuela Taurina ya habían cogido las riendas Sergio Martínez y Gonzalo González, ¿qué diría de sus maestros?

Les estoy y les voy a estar agradecido por todo, por el cariño que me han dado, por la confianza, no ya como profesionales, sino como personas, que es muy importante también, porque al final somos personas y aparte de ser torero necesitas un apoyo moral en lo que estás haciendo y siempre han estado. Cuando llegué a la Escuela Taurina estaba el maestro Sebastián Cortés y también tuve y tengo una extraordinaria relación, porque me trató como a un nieto. Sergio y Gonzalo han hecho y están haciendo una labor extraordinaria con la Escuela Taurina, se están volcando al máximo, dejando su vida en eso. Les tenemos que estar, tanto mis compañeros como yo, superagradecidísimos por lo que hacen por nosotros.

¿Cómo calificaría el ambiente que se vive hoy en la Escuela Taurina?

Es un ambiente maravilloso, porque hacemos una gran piña todos los compañeros. Nos llevamos muy bien, lógicamente al margen de la rivalidad, porque cada uno mira por sí mismo. Todos queremos ser el mejor y entonces hay lógica rivalidad, pero también hay mucho compañerismo y amistad. Ahora estoy a las puertas de salir de la escuela taurina, pero es una etapa que no se me va a olvidar por lo bonita que ha sido y por las grandes amistades que forjé.

La temporada pasada Samuel Navalón ya empieza a ser la punta de lanza de la Escuela Taurina, pero mucho tiempo antes comienza un trabajo callado junto al matador de toros Rubén Pinar en la ganadería de Nazario Ibáñez…

No debuté en 2022, lo hice la anterior, pero por una lesión del hombro que desembocó en una operación no pude torear hasta la temporada pasada, que fue muy bonita. El año pasado pude torear mi primera novillada televisada y me expuse al público que no me conocía antes. Fue fruto de la escuela taurina, pero también gracias al maestro Rubén Pinar y a Jorge Ibáñez, ganadero de Nazario Ibáñez, que diariamente son con los que más tiempo paso; son mis grandes amigos y me aportan tantísimas cosas.

Entonces… ¿se considera discípulo de Rubén Pinar?

Por supuesto, es mi maestro y es mi mejor amigo. También lo es Jorge Ibáñez, que es matador de toros, y que se vuelve loco por aportarme cosas. Tanto a Rubén como a él les tengo que estar eternamente agradecido, así como a la casa de Nazario Ibáñez y a toda esa familia que me acogieron como a uno más.

Ahora ya estará con la mente puesta en el cambio de escalafón el próximo viernes en Almería…

El día 18 me tiene sin dormir, sin comer… No sé si por el miedo que se pasa o por las ganas y la ilusión de que llegue ese día. Deseo que sea un día que no olvide nunca, en el que pueda disfrutar toreando, hacer disfrutar a la gente y en el que pueda demostrar al aficionado que estoy preparado para dar ese paso como novillero con picadores y que puedo hacer cosas grandes en el toro.

Supongo que ya se entrenará frente a utreros, ¿cómo es el cambio del eral al utrero?

He matado poquitos, pero se nota el cambio. La embestida es totalmente diferente, es una embestida más madura, pero creo que cuando a uno le pilla sintiendo esa madurez personal nos acoplamos ambos. Estoy en un momento que necesito madurar y necesito esa embestida un poquito más de hombre, por decirlo de alguna manera.

Llega a este momento crucial para su carrera después de un invierno triunfal en varios certámenes…

Este invierno ha sido muy bonito, porque no me esperaba lo que iba a pasar. En febrero, gané dos certámenes de los más importantes para los novilleros sin picadores en España, como son el Bolsín Taurino de Ciudad Rodrigo y el Kilómetro Cero de Vistalegre, en Madrid, y no me cambio por nadie. Me sentí totalmente privilegiado. Me hizo sentir lo que son las raíces del toreo, como el Bolsín de Ciudad Rodrigo, pasando frío en Salamanca, y en las clasificatorias, que se hacen muy duras… y finalmente alzarme como triunfador, va a ser una experiencia que se me va a quedar grabada para siempre.

¿La base adquirida en los tentaderos ya la pones en práctica en el ruedo?

Como bien dicen muchos profesionales: «Lo que tú hagas toreando de salón serás capaz de hacerlo en el campo y lo que hagas en el campo serás capaz de hacerlo en la plaza». 

Ahora que ya sale de la escuela taurina, es apoderado por Nemesio Matías, ¿qué le aporta?

Nemesio está desde hace unos meses a mi lado y estoy contentísimo con él. Tenemos muchos proyectos, pero sobre todo es una persona que me aporta una confianza y un apoyo tremendo, que me hace sentir feliz, porque veo que cree en mí como torero. Al margen de lo profesional, también cree en mí como persona y espero que podamos hacer cosas grandes.

Y esos proyectos… ¿cuáles son?

A la vista están, el debut en Almería, también el día 26, con el cartel de mi vida hasta el momento, con Morante de la Puebla y José María Manzanares en Tarazona de la Mancha, la Feria de Albacete con Manuel Caballero y otras tantas como Algemesí, Arganda del Rey... de no ser por él no hubieran sido posibles.

Menciona el mano a mano en la Feria y sabe que hay expectación en la ciudad, por lo que es una tarde de mucha responsabilidad…

Sí, esa tarde me responsabiliza mucho, pero me ilusiona enormemente que se haya creado esa expectación entre la afición. Ahora, siendo conscientes de que todavía no somos nadie, que se cree ese ambiente tan bonito para esa tarde, es un sueño.

Es elucubrar a largo plazo, pero ¿con qué cartel de alternativa sueña?

Uf, lo tengo muy claro… Sería el maestro El Juli de padrino, aunque ahora está difícil, pero ojalá que reaparezca para ese día (risas), y el maestro Roca Rey, aunque si fuera otro cualquiera… Todos los matadores de toros son mis ídolos y ojalá pueda tomar la alternativa...

¿Y toros?

Lo fundamental es que uno esté convencido para poder con todo tipo de embestidas y creo que es fundamental para poder ser figura del toreo… La ganadería no la tengo muy clara, pero la que sea que me permita hacer el toreo como lo siento.

¿Y qué embestida es la que mejor se acopla al concepto del toreo de Samuel Navalón?

Con la que más a gusto me encuentro es la embestida que tenga transmisión, que tenga movilidad, y, al margen de eso, el que se tiene que ir acoplando soy yo, entonces toda la embestida que salga hay que ser capaz de pegarle pases y estar a la altura. Cuanto más se mueven los toros, más a gusto me encuentro. Es importante que el toro tenga transmisión y movilidad para que el torero pueda reducirla... El gusto más grande que siento es cuando soy capaz de poner a la velocidad que quiero la embestida de un animal.

Pues que embistan el viernes...