'Zorros' sin mordiente

Christian S. de la Blanca
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El descenso amenaza a un Leicester que transformó un sueño en una de las grandes hazañas del deporte

‘Zorros’ sin mordiente

En el fútbol, como en la vida, uno se puede permitir soñar despierto, pero solo ese deporte en el que 22 personas persiguen un balón durante algo más de 90 minutos brinda la posibilidad de que ese pensamiento de felicidad transitoria se plasme en la realidad. En unas competiciones donde cada vez hay más diferencias entre los equipos, el Leicester City conquistó el torneo más complicado del mundo, una Premier que con el paso del tiempo adquiere más valor, sobre todo ahora que los 'zorros' ya no muerden, estando a las puertas del decenso a la 'Championship'.

«En algún momento caerá, esto es algo temporal», «no aguantarán la presión tanto tiempo» o «no están hechos para estar arriba». Esas y otras afirmaciones similares se escucharon durante la temporada 15/16, tanto en Inglaterra como fuera de las islas británicas, fruto de la sorpresa que provocó que un equipo 'sin derecho a soñar' dejara atrás al 'big six' en la mejor liga del planeta.

El arquitecto del conjunto más sorprendente del presente siglo fue Claudio Ranieri, un italiano con un libro de estilo marcado por ese 'otro fútbol', el que muchos años reinó en la nación transalpina y se caracterizaba por ser una 'roca' en defensa y aprovechar la mínima ocasión arriba para golpear.

Los 'foxes' llevaron a su máximo esplendor el ideario de su técnico. Bajo un 4-4-2 inamovible, Kasper Schmeichel (portero) y Jamie Vardy (delantero centro) se erigieron como las piezas esenciales del equipo. Uno realizaba paradas salvadoras, como otrora lo había hecho su padre en elManchester United, y otro castigaba día sí y día también las redes de las porterías de los contrarios.

El Leicester simplificó el fútbol en una época de constantes variaciones tácticas, esquemas flexibles y estructuras dinámicas durante los partidos. Acompañando al meta y al punta, dos centrales físicamente imponentes e incluso algo torpes a la hora de sacar el balón (Wes Morgan y Robert Huth), dos laterales sin excesiva vinculación ofensiva y un centro del campo con dos pivotes y otros dos extremos.

En la medular emergió un tal N'golo Kanté, un jugador menudo, con pinta amable, pero que transitaba por cualquier zona del terreno de juego, facilitando las cosas para los suyos. El francés fue ese indispensable, en engranaje sin el cual no se entendía un bloque generoso en todos los esfuerzos.

A su lado, Danny Drinkwater le daba sentido a todo. Su calidad con la pelota en los pies servía para que el cuero le llegara, en las mejores condiciones posibles, a los dos extremos: Marc Albrighton, un velocista por excelencia, y Riyad Mahrez.

Es necesario detenerse en el argelino. Mahrez era a ese Leicester lo que un solo de guitarra a una canción de rock, un oasis  de técnica entre un mar de obreros del fútbol. Su zurda de seda le otorgó el poder de establecer su propio gobierno en el carril diestro.

Mahrez abastecía a los dos puntas, siempre y cuando no se cocinara él solo la acción de ataque. Vardy y Shinji Okazaki esperaban ansioso a que el 'genio africano' frotara la lámpara. Pero ellos también eran autosuficientes, sobre todo el inglés, que encadenó 11 partidos marcando, arrebatándole el récord a Ruud van Nistelrooy.

Ese bloque de futbolistas geniales hizo soñar a una ciudad que no se llevó la decepción de despertar y ver que nada era real. La Premier se levantó contra todo pronóstico, y ahora aquello se recuerda con nostalgia cuando los 'zorros' se están al borde del abismo en la tabla.

ARCHIVADO EN: Sueño, Inglaterra