Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


La mística del Jueves

06/04/2023

La mística del Jueves Santo es la más elevada del calendario, la más definitiva, la más rotunda. Se trata del día más bello de todo el año, el del Amor Fraterno, donde el hombre se transubstancia en hombre amado y descubre para siempre cuál es la verdadera eternidad. San Pablo dice que «ya pudiera yo tener todos los dones del mundo, que si no tengo amor soy como campana que suena o címbalo que retiñe». Qué bien escribía el romano desde que cayó de Damasco. El Jueves Santo es la fuerza del Misterio, el motor para el resto de las horas y los días. El lavatorio de pies debiera enseñarse en las clases y la política, y dejarnos ya de tantos mamandurrias que sólo han venido a servirse de los demás. La escena de Jesús con sus doce apóstoles es digna de una vida entera, de un universo y  explica una religión completa entre las uñas y los dedos. «Lávame el cuerpo entero», le dijo Pedro. Y Jesús le anticipó lo del gallo. Antes de que cante tres veces… La pasión de Cristo es el compendio de los males y los bienes que acechan al hombre desde que viene al mundo. Quien no sabe el Evangelio, es un ágrafo que va por la vida con los bolsillos vacíos de entendimiento.
El Nazareno vuelve a abofetearnos cada Jueves Santo con su ejemplo. Y tú que has hecho, pregunta como hizo Lennon veinte siglos más tarde al llegar Navidad. El cristianismo es una moral de esclavos, escribió Nietzsche. Y puede que llevara razón, pero ha sido la única sobre la que se ha edificado una civilización entera basada en el amor, el respeto, la libertad y el conocimiento. Hay que ser muy grande y haber alcanzado cotas enormes de sabiduría para que en tu seno florezcan Voltarie o Marx. Eso, el Islam, no lo ha conseguido. Todo buen ateo sabe que no todas las religiones son iguales. O debiera saberlo. Y la izquierda desacomplejarse de ello. Y la derecha, quemar sus mitos y aumentar la tolerancia.
Jesús de Nazaret es la figura histórica más decisiva de nuestros siglos. Con él cambia el calendario y las fechas comienzan a andar hacia adelante. Qué fuerza no tendría su mensaje para que, desde un rincón del mundo conocido hasta entonces que era el Imperio Romano, llegó hasta el último punto de la geografía y el planeta. Sigue siendo un provocador, un incitador, un revolucionario. Los teólogos de la liberación se apoyaron en ese perfil para justificar la lucha armada, pero se equivocaron de medio a medio. Ernesto Cardenal recibió la bronca del Papa Wojtyla en pleno auge del sandinismo y se quitó la boina, pero no lo perdonó. El rencor mata más que las armas, en ocasiones. Lo cierto es que el cristianismo es un delicado equilibrio si uno mira las distintas corrientes de la Iglesia. Pero para mí, lo fundamental sigue siendo el Evangelio. Volverlo a leer en Jueves y Viernes, los dos días que pararon el mundo a la espera de la Resurrección.
La Llama de Amor Viva de San Juan de la Cruz, que dulcemente hieres, o el Cantar de los Cantares o tantas otras obras de la ascética y la mística son la prueba evidente de la quemazón que produjo su mensaje a lo largo de la Historia y aún hoy continúa provocando. Sin embargo, la religión no puede ser barrera para que cada uno viva su vida como realmente quiera sin perjudicar al prójimo. En eso y en sexualidad, a la Iglesia le falta una revolución. Pero hoy me quedo con el Jueves del Amor. Hasta una de las personas que más quiero, me escribe en secreto cada jueves, el día más hermoso de toda la semana.