Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


La reliquia

02/09/2023

Escribe Johan Huizinga en El otoño de la Edad Media que el pueblo de las montañas de Umbría quería, por el año 1500, matar al ermitaño San Romualdo para no perder sus huesos. La posesión de las reliquias de Romualdo era un mandato moral para el pueblo - la vida que le restaba la daban por descontada- y el matarle aseguraba cierto tesoro público de los de Umbría. Eran un tesoro que les confería pompa eterna y que se capitalizaba año tras año - las reliquias recibían la devoción extranjera y podían prestarse de modo remunerado. Matar a Romualdo era lo más prosaico -por descontados los años que eran fastidiosos- y caso de hablarlo con el ermitaño es claro que se negaría para evitar ser tachado de soberbia - otra cosa es que en su fuero interno la tentación le rondare- y al punto añoraría el martirio; pero en tal caso y puesto sobre aviso no habría martirio como tal y sí dolo para con el pueblo que, sin saberlo, veneraba huesos de un fullero.  Clemente VIII autorizó el traslado de las reliquias para disgusto de los montañeses que recabaron del Papa la posesión de uno de los brazos del santo. Para Huizinga estamos en el rudo contraste del culto y la masa ignorante. La iluminación divina sobreviene siempre de un golpe, es siempre la repetición atenuada de lo que en tiempos antiguos había vivido Pablo, de lo que había vivido Francisco, como una orden inmediata. Ese ucase hace de los habitantes de Umbría como una jactancia popular. Las gentes de Umbría espiaban a Romualdo y sabían que el eremita oraba de rodillas sólo para el favor del pueblo -en esto era como San Esteban que oraba de pie cuando pedía por sí mismo y se arrodillaba para enfatizar su rezo por los demás.
Todo en esa historia es extraordinario salvo el deseo de matar que es algo ordinario -Romualdo era un estorbo y parecía de justicia que acortara un tiempo que ya no era propiamente el suyo por el bien del eremita (la santidad) y de sus vecinos (más cerca de la religión a costa de las reliquias). Me pregunto cómo serían aquellas reuniones y qué de relicarios y sueños de toda Umbría. Y qué puñal obraría la muerte -también luego reliquia.