En el parlamento mexicano han presentado los cuerpos de dos supuestos extraterrestres hallados en Perú que se han conservado a la perfección, o eso dicen. Los extraterrestres tienen aproximadamente el tamaño de un gato, la cabeza de E.T. y un cuerpo que parece construido con piezas de LEGO por un niño de cinco años. Los políticos de México (un país de enormes recursos hundido por la corrupción, el narcotráfico y la delincuencia) no se dedican a solucionar los problemas de sus conciudadanos, pero al menos los divierten con un show digno de los Monty Python. Los políticos de aquí, sin embargo, son gente mucho más digna y seria. Basta con mirar a los dos partidos con mayor representación parlamentaria para comprobarlo. En el PP presentan a la sesión de investidura a un candidato que no puede salir elegido, lo que tiene también algo de espectáculo de vodevil, aunque con mucha menos gracia que los extraterrestres mexicanos. Entretanto, el PSOE y Sumar se dedican a retorcer la lógica, la legalidad y la ética más elemental para justificar una ley de amnistía que, en la práctica, supondría un reconocimiento de que en este país hay presos políticos, y ciertos prófugos de la justicia lo son por motivos legítimos, lo que no tiene maldita la gracia. Es un ejercicio del pragmatismo político más nauseabundo y también, me temo, el signo de los tiempos. Al final lograrán que los votantes de la izquierda nos quedemos en casa cuando haya elecciones, algo que me arrepiento de no haber hecho el 23 de julio. No puedo sentirme más alejado de las posturas del PP, pero preferiría ver a Feijóo de presidente (e incluso a Abascal en un ministerio) que presenciar cómo la pandilla de Sánchez cede a los chantajes de los independentistas para alcanzar sus ambiciones personales. Para eso, mejor los alienígenas mexicanos. Esos, por lo menos, no engañan a nadie.