Editorial

La falta de medios de la Guardia Civil no sólo es en Barbate

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No se puede combatir el crimen sin recursos humanos y materiales. Las estrecheces que sufren las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se han manifestado con toda su crudeza con el trágico asesinato de Barbate, un caso que, además de revelar la verdadera dimensión de la impunidad del narco en el Estrecho, ha evidenciado como nunca antes la falta de material y personas con la que trabaja la Guardia Civil. El doble crimen, que ha dejado además dos heridos muy graves, ha sido también la enésima prueba del blindaje político del que disfruta el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, otrora presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

Que un magistrado incurriera en purgas políticas e ilegales como la del coronel Pérez de los Cobos por haber cuestionado la idoneidad de celebrar marchas y actos masivos con la pandemia de covid acechando a España es algo que provoca un descrédito absoluto de la carrera judicial. Que un juez experto en causas penales, y en consecuencia perfecto conocedor de las circunstancias que rodean el trabajo de la Guardia Civil, dejara con lo puesto a los efectivos del Estrecho que plantan cara al narco es simplemente inaceptable. Nadie espera la dimisión de Grande-Marlaska porque hace ya mucho tiempo que el ministro demostró no tener fondo ético, pero su permanencia en el cargo no impedirá que se continúen denunciando las condiciones de trabajo de nuestros guardias.

Albacete no es Cádiz, pero también tiene sus riesgos. Estamos en una encrucijada de caminos entre Madrid y Levante y no son pocas las noticias de controles de la Guardia Civil en la A-31 o en la A-30 en la que se han encontrado vehículos con importantes alijos de droga y a ellos se enfrentan los agentes literalmente con lo puesto.

Además, hay mucho territorio que cubrir, seis comarcas diferentes, con distancias considerables y numerosos núcleos de población pequeños, pero que necesitan ser protegidos y donde la Guardia Civil es primordial, pero que, desgracidamante, no puede llegar a todo. En los últimos meses, han llegado a la provincia grupos organizados especializados en allanamientos y robos rápidos en las zonas rurales porque saben que no es fácil encontrarse con la Guardia Civil por el simple hecho de que hay muy poca, o al menos mucha menos de la que debería haber. A la cuestión cuantitativa se suma ahora la cualitativa, puesta de manifiesto con los asesinatos de Barbate. Aquí, en la provincia de Albacete, hay agentes que no disponen de material suficiente, más de uno se tiene que comprar su chaleco antibalas si quiere ir protegido. Son inversiones nimias, apenas unos decimales en unos presupuestos generales del Estado con los que se compran votos parlamentarios a la carta. Ya está bien.