El nuevo corto de Juanvi Castillejo está ya en festivales

Emilio Martínez
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El cortometraje 'Los 30 (no) son los nuevos 20' pudo verse el martes en el Festival de Cine de Madrid

El cineasta albacetense Juan Vicente Castillejo. - Foto: E.M.

Una de las canciones más conocidas de Los Beatles, El largo y tortuoso camino, puede aplicarse perfectamente a la complicada y difícil situación de los cortometrajes en nuestro país. A pesar de lo cual, hay artistas que se vuelcan con máxima ilusión con ellos, cual acontece con Juan Vicente Castillejo, quien merced a su productora Labonica films está recorriendo exitosamente varios festivales de cortometrajes con su Los 30 (no) son los nuevos 20. Una creación que va a seguir cumpliendo otros compromisos ya cerrados hasta fin de año y los que vayan surgiendo después. 

Como indica con satisfacción su autor, «la verdad es que está despertando el interés de grandes festivales, incluso alguno de gran relevancia internacional y de gran envergadura para el mundo del cortometraje. Además, claro, nos encantaría estar este año en Abycine, donde hasta ahora hemos estrenado con ellos  en Albacete mis anteriores trabajos y ojalá podamos repetir en la próxima edición».  Aunque al margen de ello y por desgracia, después, como ya es tristemente habitual, llega el olvido, porque ni se proyectan en los cines antes de los largometrajes ni existen pases exclusivos para sus hermanos los cortos.

Esta fórmula de apoyar e incentivar la proyección en exclusiva tales películas «que no por durar menos tienen menor calidad que los largos», cual explica este albaceteño nacido en Montealegre del Castillo, sería una buena salida a la situación que sufren sus autores, sin olvidar otra interesante posibilidad: la de que las televisiones compraran más cortos. «En definitiva -resume- algo hay que llevar a cabo para fortalecer esta industria».

Al menos esta por ahora su última creación ha contado en particular con parte de este apoyo general que con todo razonamiento solicita.  Porque Los 30 (no) son los nuevos 20 lo ha tenido de varias instituciones a través de la financiación y las ayudas públicas que el Ayuntamiento de Barrax, la Junta, la Comunidad de Madrid y el Instituto de Ciencias Audiovisuales promueven para el desarrollo de la actividad cultural y en este caso cinematográfica. Además, cual agrega, «en el caso de la Televisión de Castilla-La Mancha ha sido una compra de derechos anticipada, por lo que una cadena apoya nuestro cortometraje, algo muy importante para que el corto también se considere industria».

Además, no se trata de un corto cualquiera incluso desde su argumento, porque al ser una docuficción hay un guión que se trabajó durante casi dos años. Aunque solamente fue una puesta en escena, que tenía diálogos, pero los protagonistas lo fueron moldeando con su forma de ver y con conversaciones espontáneas y totalmente improvisadas. «La complejidad del corto también viene en que casi todos los protagonistas no están actuando, están realmente de fiesta».

E incluso para controlar la acción se infiltraron tres actores que intentaban reconducir las conversaciones y la trama según el libreto. El guion es un trabajo a tres manos realizado con Juan Vicente y dos compañeras, Alba Pino y Tamara Santos. Y su autor estima que fue un trabajo complejo con el que querían reflejar una generación, los millenials, y más en concreto la diversidad millenial en lo rural. Con la valentía de reproducir un lenguaje más de la calle, más soez y que hasta puede parecer totalmente intrascendente cuándo hay un trasfondo mucho más duro. 

«Ese trasfondo es el que tu mundo cambie y que tú mismo te resistas a ello pero sabes que ya nada será igual. En ese punto me identifico y creo que toda mi generación, en el aspecto de que queremos ser esos eternos adolescentes. Aun así, cómo decimos en el corto, al fin y al cabo resulta que la edad no es otra cosa que un estado mental». Además de esta identificación, no falta como en sus obras anteriores el típico humor de la tierra. Aunque en este caso de una manera distinta. «No me gustaría definirlo como una comedia aunque tenga sus situaciones cómicas».

El viaje que está llevando a cabo, y lo que le queda, a Los 30 (no) son los nuevos 20 no oculta ya planes a medio y largo plazo del de Montealegre, además del inmediato de seguir en la universidad, porque le ha descubierto una pequeña vocación en esto de hablar de lenguaje audiovisual de algo que le llegó de casualidad. También prepara su próximo cortometraje porque precisa que el salto al largo se le hace un poco pesado. Ya que aunque confiesa sentirse cómodo en el pequeño formato, que le permite dedicarse a otras cosas, también trabaja en algunas ideas para largometraje. 

La feria y el toro de fuego. «Así es, pero no tengo el tiempo suficiente para dedicarme al cien por cien, porque además estoy coproduciendo con mi productora un corto internacional, con lo cual, dispongo de menos tiempo todavía». A pesar de que no tiene un ejemplo de películas ya hechas que fueran modelo para la que teóricamente podría ser en el futuro la suya, no oculta que podría ser desde la de máxima independencia a aquella en la que contara con un gran estudio y con un megapresupuesto. 

«Me encantaría hacerlo todo, la verdad, ya puestos a soñar. Trabajar con actores que admiras sería fantástico, no sé con quién me quedaría y eso que soy de hacerlo con intérpretes no profesionales». Sea como y cuando sea, el caso es que este indudable cineasta también confiesa que no sabe de dónde le nació ni le apareció la vocación, porque él se siente sólo el chico del camionero. «Sí, es la realidad, porque cuando me subía con mi padre en el camión ya creía estar dentro de una película». Eso sí, recuerda que desde niño ha adorado el cine y todo lo audiovisual y tenía muy claro que iba a dedicarse a ello de manera profesional.

Y aunque debido a su carácter llano y sencillo, tan propio de la tierra, no admite que se le considere embajador de la misma, definición que afirma que le viene muy grande, aunque no pare de hablar de Albacete y, claro, de Barrax. Precisando incluso que  toda la gente que le conoce sabe «que la mejor Feria del Mundo es la de Albacete y El Toro de Fuego de Barrax lo más bonito del mundo».

Quizás por su ese su carácter tan manchego, que califica como «muy complejo», poco dado a presumir, sí admite que somos poco admiradores de la tierra cuando vivimos dentro de ella, pero que en cuanto salimos, no paramos de hablar de ella y de amarla con locura. Que es su caso, insiste sin alcanzar la condición de embajador, y concluye con una referencia a la universal novela cervantina. «No somos ni Quijotes ni Sanchos, sino una mezcla de ambos. O sea, de decir aquí no hay nada a que sea el lugar dónde más cosas ocurren», concluye.