La apnea infantil puede afectar al crecimiento y al rendimiento escolar

A.M.
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La Unidad del Sueño da la voz de alarma por el incremento de niños muy obesos que empiezan a sufrir este trastorno sin tener hipertrofia de las amígdalas ni vegetaciones

Los niños que sufren apnea durante el sueño suelen roncar y sudar de una forma preocupante. - Foto: Rubén Serrallé

Parece inverosímil que existan niños que roncan. El ronquido se atribuye a personas mayores, pero esta vibración que se produce exclusivamente durante el sueño también puede aparecer cuando los infantes son muy pequeños, generalmente a partir de los tres años que es cuando las amígdalas empiezan a crecer.

La apnea del sueño no prevalece exclusivamente en hombres a partir de 50 años. Que muchos niños padezcan hipertrofia de las amígdalas y/o   adenoides (más conocidos como vegetaciones) puede conducirles a roncar por las noches y sufrir apnea del sueño.

Pero como consecuencia de la edad, los síntomas no son iguales en menores que en adultos. El responsable de la Unidad del Sueño del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA), el doctor Ramón Coloma, explica que, en población infantil, los padres pueden sospechar de la existencia de apnea del sueño cuando los niños, además de roncar, sudan mucho mientras duermen. A diferencia de los pacientes mayores, los niños no sufren de hipersomnolencia durante el día, pero sí puede observase un cierto déficit de atención e hiperactividad.

Además, en casos avanzados y no diagnosticados precozmente, los infantes pueden presentar problemas en su crecimiento y también déficit en el rendimiento escolar. «En niños con apnea del sueño se suele detectar que no crecen, no cogen peso, son hiperactivos y registran un mal rendimiento académico», reitera el doctor Coloma.

Pero la principal preocupación que tiene este especialista en medicina del sueño no es tanto los niños que sufren esta hipertrofia de las amígdalas y/o vegetaciones, sino los pequeños pacientes que están llegando a la Unidad del Sueño con serios problemas de sobrepeso. «Son adultos en miniatura», advierte Ramón Coloma, quien califica de «preocupante» la obesidad que presentan niños que no superan los cuatro, cinco o seis años. Es precisamente esta obesidad quien provoca que estos menores sufran apnea del sueño sin tener hipertrofia de las amígdalas ni vegetaciones.

Son casos reducidos pero muy preocupantes, a los que la Unidad del Sueño también administra el mismo tratamiento que a los adultos, la mascarilla de oxígeno por la noche, con la que se ha detectado una considerable mejora.

Aunque aproximadamente el 70% de los niños que sufren este trastorno nocturno tienen problemas de amígdalas, el Servicio de Neumología del Hospital General también tiene registrado otro pequeño grupo de afectados cuyo diagnóstico son malformaciones craneofaciales que pueden conducir a esas apneas, problemas que se pueden corregir con ortodoncias, cirugía y, en ocasiones, con el CPAP.

En todos los casos, los niños que presentan un cuadro clínico con sospecha de apnea son derivados por pediatras y otorrinos a la Unidad del Sueño, donde los menores pasan toda una noche en el laboratorio de polisonografía del CHUA conectados a unos sensores que determinarán la calidad de su sueño. «Nosotros realizamos el estudio y se lo remitimos al pediatra o al otorrino para que decidan el tratamiento», dice el doctor Coloma.

En otro orden de cosas y aunque su presencia en la Unidad del Sueño es mínima, hay otro núcleo de población que también padece otras patologías relacionadas con el sueño, trastornos que se evalúan entre diferentes especialidades médicas como Neurología, Fisioneurología, Psiquiatría o Pediatría, aunque si lo requiere se realiza un estudio del sueño. Sin embargo, tal y como confirma el especialista en Medicina del Sueño, la prevalencia de patologías como la narcolepsia, el insomnio o el síndrome de las piernas inquietas es mucho más baja.

No por ello no tienen su importancia, sobre todo para quiénes sufren el mencionado trastorno de las piernas inquietas o cansadas, una patología «muy seria» porque también afecta al descanso nocturno, ya que las personas afectadas tiene sacudidas, picores, pinchazos, hormigueos, calor e, incluso, dolor, en las piernas, síntomas que aparecen cuando se encuentra en reposo o relajado. Durante la noche, los síntomas se intensifican y estas personas no paran de mover las piernas, por lo que tampoco pueden disfrutar de un sueño de calidad.