Los médicos vieron claros signos de maltrato en el primer bebé

Josechu Guillamón
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Los padres no dieron a los facultativos «una explicación razonable» de cómo el niño se había producido las fracturas que tenía y negaron que se hubiera caído o le hubieran dado un golpe

Imagen de los acusados, junto a sus abogados, durante el juicio. - Foto: J. G.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial acogió ayer la cuarta sesión del juicio contra unos padres que se enfrentan a una pena de prisión permanente revisable por la muerte de sus dos bebés, con un año de diferencia, cuando ambos tenían cuatro meses de vida.

Lo más destacado de la sesión de ayer fue la declaración de las médicos que atendieron al primer bebé, O., antes de su muerte, en el Hospital de Almansa y en el de Albacete, ya que ambas vieron signos claros de malos tratos, que les llevaron a hacer un parte de lesiones.

En concreto, la médico pediatra de Urgencias del Hospital de Almansa, donde el pequeño fue trasladado desde Caudete, en un primer momento, aquel 20 de enero de 2018, explicó que hizo un parte de lesiones para enviar al juzgado, porque «los resultados del TAC indicaban malos tratos».

En este sentido, explicó que el niño llegó inestable, rígido, convulsionando y se le puso medicación con la que se logró que dejara de convulsionar. Tras hablar con los padres y ver como se encontraba el niño se dio cuenta de que «la historia que me contaron no tenía sentido». «No me dieron una explicación razonable y la explicación la tuve al hacer el TAC».

Gracias a esta prueba observó que tenía una fractura craneoencefálica, que le había provocado un hematoma en el cerebro. Además presentaba múltiples focos contusivos, lo que implicaba varios golpes. «Creo que fueron varios golpes, era un cuadro muy grave. Yo informé a los padres de que podía morir en cualquier momento, no sabía si iba a llegar a Albacete. El padre se puso a llorar y se tiró al suelo».

Ante los resultados del TAC, preguntó de nuevo a los padres, que negaron que hubiera sufrido un golpe o una caída o que hubiera estado con un cuidador, con el que se pudiera haber caído. «Me dijeron que a lo mejor en las maniobras de reanimación. Era una historia incongruente, lo que supone una bandera roja de malos tratos y además echan la culpa a otras personas, que es otra bandera roja».

Un fuerte golpe. Por otra parte, señaló que para romperse el occipital era necesario que se produjera un golpe muy fuerte y más en un niño. «En una caída normal se rompe menos de un dos por ciento y en este caso además tenía múltiples focos contusivos». Además añadió que un niño de cuatro meses no es capaz de voltearse, sentarse, ni gatear. En este sentido, comentó que era un golpe compatible con tirar al niño contra una mesa o al suelo.

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