La investigación en torno al copiloto de Germanwings acusado de estrellar a propósito su avión contra los Alpes franceses el pasado martes sigue su curso. Los agentes encargados del caso llevan días recopilando información e interrogando al entorno personal y laboral de Andreas Lubitz para intentar esclarecer los motivos que llevaron al alemán de 27 años a encerrarse en la cabina aprovechando la salida del piloto y estrellar a propósito el Airbus. Así, ayer la Fiscalía de Düsseldorf comunicó que el segundo de a bordo de la aeronave recibió tratamiento psiquiátrico «durante un largo período de tiempo» por tendencias suicidas antes de obtener su licencia profesional.
Sin embargo, el portavoz del Ministerio Público germano, Christoph Kumpa explicó que los médicos que visitó posteriormente, cuando ya ejercía su labor como piloto, y que le firmaron bajas médicas, como la que guardaba rota en su casa y que hacía referencia al día mismo de la tragedia, no detectaron «ni tendencias suicidas ni agresividad contra terceras personas».
Además, con respecto a las informaciones aparecidas los últimos días que apuntaban a que el copiloto padecía una enfermedad ocular, con una pérdida de visión de hasta un 30 por ciento, la Fiscalía señaló que «la correspondiente documentación médica no muestra hasta el momento enfermedad orgánica alguna».
Asimismo, el representante del Ministerio Público recordó que no pueden ni quieren entrar en especulaciones sobre los motivos que llevaron a Lubitz a cometer la masacre: «Sigue sin haberse encontrado ninguna confesión de un acto de este tipo. Igualmente no se han dado a conocer detalles específicos de su entorno familiar y personal o de su puesto de trabajo que puedan constituir un indicio sólido de una posible razón».
Lufthansa no quiso entrar a valorar las declaraciones de la Fiscalía, pero insistió en que sus trabajadores son sometidos a un examen médico antes de obtener la licencia. «Esta prueba de aptitud de la medicina de aviación se repite cada 12 meses», indicó.
Poco antes de la comparecencia de Kumpa, la Clínica Universitaria de Düsseldorf entregó a la Justicia sus informes médicos de Lubitz. De hecho, este suceso ha abierto un debate en Alemania sobre la necesidad de revisar la ley de confidencialidad médica para establecer ciertas excepciones.
Sin descanso. Mientras, en la montaña, los especialistas peinan sin descanso la zona del choque en busca de la segunda caja negra, que contiene los datos técnicos del vuelo y completarán el relato de lo sucedido. «Si no resultó dañada o acabó completamente pulverizada, lo cual no está descartado, este dispositivo estará bajo los escombros. Tenemos que trabajar con cuidado y de forma muy meticulosa. Hay que tomar todas las precauciones», remarcó el capitán de las operaciones de rescate, Yves Naffrechoux.