«No se puede explicar la historia a medias»

Antonio Díaz
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Julia Navarro presentó en Albacete, en Librería Popular, su última obra Una historia compartida. Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos. Después de ocho novelas, cambia de registro en este viaje literario

Julia Navarro. - Foto: Arturo Pérez

Julia Navarro presentó en Albacete, en Librería Popular, su última obra Una historia compartida. Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos. Después de ocho novelas, cambia de registro en este viaje literario a través de los hombres que han formado parte de la vida de las mujeres que han dejado huella en la historia. 

¿Por qué después de ocho novelas  hace un paréntesis en su producción, ¿era necesario?

No, este libro lo escribí durante el encierro de la pandemia. Cuando nos conminan a todos a estar en casa yo estoy terminando la anterior novela, De ninguna parte. La termino y empiezo otra, en la que sigo trabajando, pero siento que no, supongo que eran las ganas de salir, de volver a viajar, romper el encierro, entonces empecé a escribir. Esta historia era como una escapada, un diálogo conmigo misma, una reflexión. Seguramente, sin la pandemia, yo no hubiera escrito Una historia compartida. Mi próximo libro será una novela. 

Ese subtítulo nos da algunas pistas, Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos también...

Cuál es, un poco, la reflexión de fondo. La reflexión de fondo es que la historia la han contado los hombres y, por tanto, se ha contado desde la supremacía masculina y, sin embargo, se ha ignorado el papel de tantas y tantas mujeres cuyas aportaciones en distintos ámbitos, ciencia, filosofía, música, arte, literatura, han sido  imprescindibles, valiosas y, sin embargo, algunos nombres, hay una enorme desproporción entre el papel que ocupan los hombres en los libros de texto, de historia, y el que ocupan las mujeres. No se puede entender nada si no es en relación de los unos con los otros. Cuando empiezo a hacer este recorrido, esta escapada, pienso que me interesaba saber con quién estaban ellas, quiénes eran los hombres que estaban cerca de estas mujeres que a mí me han interesado. Por tanto, pienso que o la historia es compartida o se queda coja. No he querido escribir un libro de parte, si no explicar cómo eran las mujeres que me han interesado, por eso he hablado de ellos, que a veces han tenido un papel secante, que a veces han estado enfrente  y otras veces, apoyándolas.  

Ese papel cambia, al menos desde mediados del XX y en el siglo XXI, ¿no le parece?

Sería absurdo decir que no se ha avanzado, en algunos lugares del mundo, pero aún es insuficiente. Lo primero que se les ocurre a los ministros de Educación es hacer un plan de estudios nuevo. A ninguno se le ha ocurrido incorporar masivamente los nombres de tantas mujeres cuyas aportaciones son imprescindibles en el desarrollo de la humanidad. Las aportaciones de las mujeres en el mundo de la ciencia son extraordinarias, también en el de la literatura arte, música. Los libros de texto hay que revisarlos, porque hay una desproporción realmente escandalosa. No se trata de meter mujeres en los libros, es que hay mujeres realmente imprescindibles. Por ejemplo, un ordenador, tuvo un padre, pero también una madre, Ada Lovelace, una matemática extraordinaria. Hoy ninguno vivimos sin WiFi, sin banda ancha, que tiene otra madre, Hedy Lamarr, famosa actriz de Hollywood, que era una matemática extraordinaria, que sentó las bases de lo que hoy conocemos como banda ancha.  

¿Qué ámbitos abarca?

Es un libro muy personal, donde no están todas  las mujeres que deben estar. Están las mujeres con las que me he encontrado y no todas, si no sería la historia interminable. Como fue un diálogo conmigo misma, empiezo con Lisístrata, y reinterpreto.  Por ejemplo, nos cuentan una Cleopatra que conoce a César y se desmaya de amor; luego se desmaya de amor con Marco Antonio. No, Cleopatra era una gobernante que tenía que asegurar su trono y necesitaba las legiones de César, luego las de Antonio. Además, pudo tener una relación amorosa con ellos, sí, pero Cleopatra necesitaba a Roma para seguir siendo reina y a César le venía muy bien una provincia como Egipto. Fue una relación entre iguales, entre gobernantes. Lo que hago es dar una visión, una reinterpretación, no se puede explicar la historia a medias. 

Una visión muy interesante. Lo que abunda hoy es una visión que prescinde de una parte, ¿no cree?

Ese es el error, se prescindió de nosotras y ahora no se trata de prescindir de ellos, porque entonces, la historia estará incompleta. Este planeta lo habitamos, desde el principio de los tiempos, hombres y mujeres, por tanto, hay una historia común.  

¿Su libro más personal?

Sí, porque nace casi como si fuese un diario, en el que recuerdo lecturas, personajes que me han impactado, en el que reflexiono sobre los que me han parecido importantes. Es un libro en el que, de alguna manera estoy yo, opino, tomo partido.

¿A quién va dirigido el libro?

A cualquiera que tenga curiosidad.  Al lector curioso.  

Es feminista. Por supuesto, una visión que está en la obra.

Soy feminista porque soy demócrata y no  se puede ser demócrata si no se es feminista, porque no es admisible que la mitad de la población no tenga los mismos derechos y las mismas oportunidades. Por tanto, la calidad de la democracia la tenemos que medir con un parámetro, que sea una sociedad  de ciudadanos iguales. Todo eso trasciende. En una novela tú no opinas, tus personajes  hacen lo que tienen que hacer. Aquí, cuando hablo, me posiciono.