Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Y sin llover

21/04/2023

Los agricultores jamás han destacado por su capacidad de movilización y razones espirituales han tenido. Cuando sólo se dependía de la evolución meteorológica, no era cuestión de manifestarse contra el de arriba. Llámenlo resignación cristiana o como quieran, pero así se ha ido manteniendo a lo largo de los tiempos. No pocos han aprovechado la incapacidad de protestar contra un objetivo concreto para recurrir al lamento permanente: ningún año es bueno, lo que les ha dado una fama de plañideros, en ocasiones, merecida.

Hace ya muchas décadas que los labradores y ganaderos dejaron de depender exclusivamente del cielo. La profesionalización del sector ha avanzado a un ritmo vertiginoso a cuyo rebufo ha querido situarse la administración y no siempre para impulsarlo aún más. Cuando hay exceso de intervencionismo y burocracia, lejos de solucionar los problemas, los creas, y es lo que le está pasando al campo español.

No hace tanto que el sector se percató de que o se hacían valer o se sumían en la irrelevancia, que es el preludio de la miseria. Un gran punto de inflexión fue la gran manifestación del 20 de marzo del pasado año. Cuesta encontrar un momento en el que se haya podido ver tanta unión en todo lo que tiene que ver con el ámbito rural, con agricultores, ganaderos y cazadores recorriendo las calles de Madrid de forma pacífica y con reivindicaciones muy directas. Si fueron 150.000 como vendió la Delegación del Gobierno o 400.000 como aseguraron los convocantes es lo de menos. Mostraron músculo y unidad, algo muy poco visto hasta entonces. Como en toda movilización que parte de la sociedad civil, los partidos están al acecho para tratar de sacar tajada. Esto es inevitable.

Este miércoles, los agricultores de Guadalajara han recuperado el espíritu de esa marcha en una tractorada sin precedentes en la capital de las alcarrias, serranías, campiñas y señoríos. Que se reúnan unos 250 tractores llegados desde diferentes rincones de una provincia tan dispersa tiene un mérito incontestable. A poco más de un mes para las elecciones municipales y autonómicas, los convocantes trabajaron en una estrategia en la que el tiempo les ha dado la razón. Se desligaron de los sindicatos agrarios y de las asociaciones de agricultores y ganaderos de las que la mayoría forman parte. Además, tenían claro que debían despolitizar su protesta, sin recurrir a ninguna sigla partidista. Y así lo hicieron. Un número -en principio, reducido- de profesionales del campo recurrieron a lo que más funciona en este tipo de marchas: las redes sociales. En poco tiempo tenían una masa importante detrás que, a título individual, estaba dispuesta a apoyar las reivindicaciones. A la vista del resultado, en otros puntos de España ya se están planteando organizar una tractorada similar.

Es evidente que de la ausencia de lluvias no tiene la culpa ninguna administración, pero, el mismo día en el que los labradores de Guadalajara sacaban sus vehículos a la calle, se reunía la comisión de la sequía sin ninguna conclusión ni medida a la vista. Ante la imposibilidad de abrir el grifo cuando se necesite, urgen soluciones eficaces para aliviar la sequía. Y luego hay cuestiones más técnicas en las que el Gobierno sí puede tratar de modificar las condiciones. La Política Agraria Común no distingue la particularidad de los territorios y en comarcas despobladas, con explotaciones pequeñas y muy distantes entre sí, los que las trabajan salen gravemente perjudicados en comparación con agricultores de fincas grandes y con una rentabilidad mucho mayor.

La situación del campo no es un problema exclusivo de los agricultores, a los que muchos de los que nos gobiernan siguen ignorando cuando no despreciando, otorgándoles una etiqueta interesada de profesionales de la subvención. Sin agricultura, no hay nada. Y en el horizonte no se anuncian lluvias abundantes ni se vislumbra un cambio que pueda enderezar los cultivos maltrechos. Mal harán los que tienen capacidad de decidir -hoy o después del 28 de mayo- si no escuchan sus peticiones.