"Haría una parodia de las elecciones municipales"

Virgilio Liante
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«Pienso titular mi biografía 'El juglar que no fue a Hollywood'»

El Brujo, en plena representación de 'Cómicos' - Foto: Alberto Rodrigo

Hablar del Brujo es hacerlo de un talento innato para el teatro desde que nació, porque es uno de los mejores actores españoles sobre la faz de la Tierra. Hoy, a las 20 horas, en el Teatro de la Paz representará Cómicos.

¿En este mundo que no hay quién lo entienda lo importante es el humor?

El humor es muy importante, imagínate cuánto como está la vida, colapsado el sistema nervioso con los ordenadores, la inflación, la guerra de Ucrania que ya se ha hecho crónica. En la tele sacaban hasta dónde iban a ir los misiles y todo. Es acojonante. Todo eso ya ha pasado.

¿De dónde nace esa pasión por el teatro?

Yo soy vocacional y cuando subo al escenario interactúo con el alma de la gente y tengo esta inclinación prenatal. Yo creo que en otras vidas yo fui cómico, fui actor en el Siglo de Oro, iba por allí todavía me acuerdo, por Albacete, por la Catedral, cuando era un sitio muy pequeño y recuerdo que canté con el carro allí.   

¿Cuáles son las fuentes de las que bebe para crear sus obras?

Los clásicos del Siglo de Oro porque los festivales de verano siempre se programan con obras clásicas y yo los he estudiado muy bien; desde Quevedo, los Entremeses de Cervantes, El Lazarillo de Tormes y soy un contraste entre los clásicos y los místicos.

¿Le llaman El Brujo porque tiene el don de embrujar al público?

Eso es mucho decir, iba a decir Pedro Sánchez, pero tampoco tiene poder, ningún político tiene poder. Bueno sí, el poder lo tiene el dinero, las grandes fortunas y los grandes holdings. Yo con el público me llevo bien, quiero que disfruten y ellos lo recuerdan una y otra vez y vuelven porque recuerdan que la vez anterior lo pasaron bien.  

¿Ha perdido alguna vez los papeles en el teatro?

Los pierdo siempre. Cuando salgo al escenario los papeles no los tengo, no hay sentido de una corrección, sino de una inspiración.

¿Y cuando escucha un móvil en plena función es posible que los mande a espigar?

Claro.

¿De qué haría una parodia en la actualidad?

Haría una parodia de las elecciones municipales, una parodia del votante y de su cabeza, del lavado de cerebro permanente de la propaganda de los políticos. Hay un patrón en que todos los políticos se repiten y es que todos los demás son malos y nosotros somos los buenos.

¿Cuál es el peor público?

El que no va al teatro, porque es un público jodidísimo de llegar a él. Es impermeable.

¿Y el mejor?

Cualquier público que se acerca por el teatro aunque no tenga ganas es buenísimo.

De todos los personajes que ha hecho se ha metido tanto en el papel que le perseguía de día y de noche...

Sí. Una vez me pasó que me seguía en los sueños y tuve que ir a terapia para sacarme el personaje de la cabeza. Al final lo saqué y decidí no hacer personajes y decidí hacer siempre mi personaje El Brujo y contar historias.

¿El Brujo tiene también un punto de locura?

Sí, claro que sí. Afortunadamente la locura es toda una fuerza desconocida que nos puede llevar al precipicio o a la cima de una montaña.

¿La locura es creación?

La locura es la que trabajándola pico y pala, vas modelándola y te sale una figurita que está hecha de locura y también por la técnica, la experiencia, el estudio, el aprendizaje.

Usted es pura riqueza en las tablas... ¿No le tienta la televisión o el cine?

Las series de televisión no me interesan nada. Eso no es ninguna tentación para un actor de teatro como yo porque hago lo que me apetece, lo que le sale de dentro. Sería de masoquista dejar eso y hacer algo en televisión. El cine es diferente porque puede haber un proyecto interesante en el que te encuentres, pero tampoco me tienta. En un momento de mi carrera sí me sirvió de trampolín para darme a conocer, pero ahora no es necesario. La verdad es que pienso titular mi biografía El juglar que no fue a Hollywood.

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