La magia de trabajar en la NASA

Sara Soteras i Acosta (EFE)
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Desde la preparación y gestión de lanzamientos hasta la fabricación de telescopios: el Centro de Vuelo Espacial Goddard es el gran universo científico para explorar el espacio

La misión en órbita lunar 'Artemis I' - Foto: NASA

A menos de 20 kilómetros de Washington destaca un enorme recinto, el más grande de los 10 que la NASA tiene en el país, que acoge todo tipo de programas -y aventuras- de los científicos que trabajan para la agencia estadounidense. Es el Centro de Vuelo Espacial Goddard, donde trabajan 10.000 personas entre profesionales de la ciencia espacial y funcionarios.

En este gran laboratorio es donde sucede todo. Por ejemplo, «lo que se ve normalmente en las noticias cuando hay un gran lanzamiento y el equipo lo celebra entre vítores», cuenta el español Víctor Ruiz, que lleva más de una década trabajando allí para la agencia. Este ingeniero aeroespacial forma parte del equipo de la misión PACE, que se lanzará el próximo 9 de enero.

Si todo sale bien, su departamento celebrará el éxito del lanzamiento en una «habitación de control» de este centro, donde las cámaras están prohibidas para proteger los datos y desde la que actualmente se está estudiando cómo se va a controlar esta nave espacial en órbita. «Estamos realizando todas las maniobras y recopilando los datos durante las 24 horas del día de los siete días de la semana. No me gusta porque me tengo que quedar a trabajar por la noche», explica entre risas.

PACE observará desde las alturas el color de los océanos, algo que «puede dar mucha información» sobre qué tipo de plantas hay en el mar, explica.

Hace poco que el programa de esta misión superó la prueba de sonido que se lleva a cabo en una «cámara de vibración» del mismo edificio, donde se comprueba que las naves soportan el tremendo ruido de lanzamiento antes de enviarlas al espacio.

De hecho, la Banda de los Marines de EEUU fue invitada este mes de julio por el Centro Goddard para ver si podían igualar el volumen de una nave en el momento de su lanzamiento y «se quedaron bien cortos», cuenta el director de ecología marina, el puertorriqueño Carlos del Castillo.

En este centro también se están construyendo las piezas del telescopio Nancy Grace Roman, el primero con nombre de mujer y llamado así por la primera astrónoma jefe de la Agencia. El Roman, que será lanzado previsiblemente en 2026, puede hacer una foto 100 veces mayor que otros telescopios como el Hubble o el James Webb, asegura la gallega Begoña Vila, cuyo trabajo como ingeniera de sistemas ha sido indispensable.

Hallar más planetas

Este nuevo telescopio -que hace honor a su nombre al contar con un número notable de mujeres en su equipo- permitirá «encontrar más planetas, más galaxias y dar datos de lo que puede ser la materia oscura», apuntó Vila.

A un par de edificios de donde se construye el Roman, trabaja el astroquímico peruano José Aponte, que lleva más de 10 años en la NASA estudiando muestras de asteroides más viejos que la propia Tierra. Se le nota especialmente «emocionado» por la llegada de la sonda espacial OSIRIS-REx el próximo 24 de septiembre, porque traerá fragmentos de un asteroide que ayudarán a comprender el origen de la vida en el planeta, algo inédito para Estados Unidos.

«Hemos estado desarrollando esta misión por más de 14 años así que esa es una motivación muy importante», bromea Aponte mientras enseña algunas «muestras extraterrestres» guardadas en el laboratorio.

Lo cierto es que las operaciones de este centro se caracterizan porque científicos e ingenieros trabajan de la mano, algo que no pasa en ningún otro centro de la NASA. «Aquí se piensa y se construye la misión», describe Teresa Nieves-Chinchilla sobre el lugar que pisó por primera vez hace 17 años. Esta española dirige el proyecto Solar Orbiter, una colaboración con la Agencia Espacial Europea. 

La misión en estos momentos «se está acercando mucho al Sol», a un 30 por ciento de la distancia entre la Tierra y el astro. Con Solar Orbiter se podrán ver por primera vez los polos del astro rey, para así poder predecir mejor los ciclos solares.