Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Otegi sabe lo que hace

16/05/2023

Lo único que no puede predicarse de EH Bildu es que no sepa lo que hace o que haya dudas acerca de cómo defiende sus intereses. Arnaldo Otegi sabía perfectamente que la inclusión de 44 miembros de ETA, siete de ellos con delitos de sangre en las listas electorales iba a convertirse en uno de los elementos sustanciales de la campaña electoral, y le da lo mismo que esa decisión se pueda interpretar como un balón de oxígeno para la campaña del Partido Popular como un perjuicio para la del PSOE, porque estos independentistas vascos, en su día el brazo político de ETA, viven del conflicto, del ruido y de las reminiscencias de un pasado que no volverá, pero que no acaban de dejar atrás. Si en algún momento han dado pasos que hacían presagiar que terminarían pidiendo un perdón sincero a sus víctimas, que reconocerían el daño causado por la actividad terrorista de ETA, siempre dejan para más adelante la aceptación de su derrota por la fortaleza de una sociedad democrática y tratan de que el relato de los años de plomo no los aplaste.  

En un uso indecente y repugnante de la legalidad, la coalición de partidos que lidera Arnaldo Otegi lanza un desafío democrático en el que le resbalan y hace caso omiso de todas las críticas por las candidaturas de etarras condenados con las penas cumplidas. Esto no es nuevo. Ya lo hizo en las elecciones precedentes, lo que también pone de relieve que las organizaciones que ahora piden ilegalizar a EH Bildu o la acción de la Fiscalía o la  Abogacía del Estado para anular las listas electorales con la presencia de candidatos indeseables no han hecho nada hasta ahora para modificar la ley de Partidos o la ley Electoral, y como siempre hay expertos que avisan de la imposibilidad de impedir la concurrencia de esas candidaturas, y las de quienes consideran que se pueden explorar resquicios para lograrlo, de tal forma que su presencia seguirá siendo un arma arrojadiza en el debate electoral, a pesar de que hay asociaciones de víctimas del terrorismo que han pedido que se deje de utilizar su dolor como argumento de campaña. Otros, además, recuerdan que ETA ha dejado de matar desde hace más de una década.

El cambio sustancial entre unas elecciones y las municipales del 28-M, además del aumento cuantitativo de antiguos etarras condenados, es precisamente que EH Bildu, sin llegar a tener un lugar en "la dirección del Estado", como quiso situar a esta formación el exvicepresidente segundo, Pablo Iglesias, si ha tenido un papel preponderante en reforzar la mayoría de la investidura y ha ayudado al Gobierno de coalición a sacar adelante muchas de las leyes sociales que han sido aprobadas a lo largo de la legislatura y que han determinado el carácter progresista del Ejecutivo.  Cierto que para alcanzar la mayoría absoluta en las votaciones del Congreso al Gobierno le sobraban los cinco escaños de EH Bildu, pero no los trece de ERC con los que han formado un tándem indivisible en la mayor parte de las ocasiones. Y la política va de gobernar.

Es lógico que la actitud de EH Bildu levante indignación y repugnancia entre los barones socialistas que más se juegan el 28-M, que exijan una respuesta contundente a Pedro Sánchez y que no quieran "ir con los terroristas ni a la vuelta de la esquina", pero entran en contradicción cuando se suman al carro de las mejoras sociales sacadas adelante con los votos de EH Bildu.