La sevillana Feria de Abril ha sido la primera gran feria taurina del año y ha significado un éxito en cuanto a la asistencia de público y la actuación de los toreros. Sólo ha desentonado la pata de banco que han significado las declaraciones del empresario Ramón Valencia que lo dejan a uno un tanto patidifuso.
Se queja el hombre de que se haya jaleado con grandes titulares en la prensa el éxito de dicha feria, especialmente en lo que afecta a toros y toreros. Ni una flor para la empresa que es quien la organizó y, según él, tiene un grado importante de mérito en el éxito de la misma. Y tiene razón, ¡qué caramba! Lo que ocurre es que es de suponer que los pelotas que suelen ir de baracalofi a los toros ya le habrán palmeado lo suyo la espalda a don Ramón, porque los demás espectadores se dejan los jayeres en taquilla y no precisamente para ver a los empresarios y felicitarle las Pascuas cuando les sale bien el negocio. Que es bueno que así sea, pero que al fin y al cabo no hacen más que buscar el éxito económico, echando mano de la mejor cartelería posible. 
¡Hombre, don Ramón, que usted no forma parte del espectáculo! Y los nombres que componen el cartel de la Feria de Sevilla y de todas las demás ferias son el resultado de un estudio de los gustos y preferencias de los públicos de cada plaza y lo lógico, sino se quiere que haya telarañas en las taquillas, es que se les sirvan en letras de molde los que el público pagano desea ver, en la Feria de Sevilla y en la de Pelacuclillos de Arriba. Pero de eso a darle los titulares de los periódicos por haber contratado a los toreros que presumía que le llenarían la plaza y, por cierto, la faltriquera, hay un trecho nada desdeñable. Esperar llevarse la pasta y los parabienes sería pura gollería. De todos modos, ahí va mi felicitación por su éxito taquillero, don Ramón del alma mía. Y no nos llore usted, que eso queda feo…Y si acaso, vístase de torero y haga el paseíllo a ver qué pasa…