«Cuando me hablan de poesía femenina me echo a temblar»

Virgilio Liante
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Ada Salas (Cáceres, 1965) se dio a conocer ganando el Premio Hiperión con 'Variaciones en blanco' y, en esa misma editorial, aparecieron dos entregas más, caracterizadas por un estilo minimalista

Ada Salas, en el Teatro Circo. - Foto: Arturo Pérez

La crítica la encuadró en la corriente del Silencio, que tenía como modelo a José Ángel Valente y estaba enfrentada a la corriente de la Experiencia. No contenta con ese encasillamiento, Salas quiso desmarcarse y en 2007 ganó el Premio Ciudad de Córdoba con un poemario de título elocuente: 'Esto no es silencio'. El lunes estuvo en el ciclo de 'Poesía Viva' que se celebra en el Teatro Circo. 

¿Su poesía es minimalista, concentrada, elíptica y abstracta?. De qué se nutre a la hora de escribir.                                                                   

Me nutro en realidad de lo que vemos en el mundo que nos rodea, de nuestra vida propia y de nuestras lecturas.   

¿Cuáles son las lecturas con las que empezó cuando apenas tenía 13 años?

Empecé como todos los adolescentes. De Bécquer me captaron la música y el corazón; de Juan Ramón Jiménez me gustaron su inteligencia en la capacidad de renovar el verso tradicional; de Claudio Rodríguez, su forma tan honda de decir el mundo de la naturaleza y de José Ángel Valente su capacidad de abstracción de todos esos mundos que aúna todo eso en una voz más contemporánea. También me influyeron mucho Machado y, sobre todo, Luis Cernuda. 

¿El amor y la muerte son necesarios a la hora de escribir?

El amor va ligado al desamor y cuando partimos de eso sabemos qué es no estarlo. Lo mismo pasa con la vida y la muerte, sabemos que la muerte es la amenaza constante y tiene que dar valor a la vida.  

¿Prefiere escribir desde la felicidad o prefiere hacerlo desde el dolor?

En mi caso, cuando siento mucho dolor o mucha felicidad lo aprovecho al máximo. No tengo capacidad para atender otra cosa, porque necesito esa distancia, ya que no creo en la poesía como terapia. Cuando estoy muy feliz me dedico a eso, a ser feliz. La escritura en mi caso se da en momentos de reflexión en los que puedo hablar del dolor o la felicidad.  

¿El acallamiento que ha habido en el mundo de la literatura de las voces femeninas es sangrante?

Eso es verdad. El no haber atendido a esas mujeres y no haberles dado cabida, ni haberlas sacado del mundo es vergonzoso, porque antes el que una mujer fuera una gran artista, una gran científica, una gran escritora o una poeta no se concebía en un mundo de hombres y se las esquivaba o no se las valoraba tanto como a ellos. Cabe decir que también había otro silenciamiento sordo que los hombres les hacían pensar que no eran capaces de hacer nada. Eso es peor ya que es una castración casi previa, porque antes de escribir pensaban que no eran capaces de hacerlo. 

¿Qué posición ocupa la mujer en la poesía?

Ahora mismo puedo decir que la misma que los hombres. Hay mujeres que están escribiendo maravillosamente.  Las generaciones últimas son brillantísimas, por ejemplo hay grandes poetas como María Victoria Atencia, Clara Janés y Pureza Canelo. Hace no mucho tuvimos la desgracia de perder a Francisca Aguirre y también a Guadalupe Grande. También quiero rescatar a Olvido García Valdés, que acaba de ser Premio Reina Sofía, y a otras mujeres mucho más jóvenes como Julieta Valero, Esther Ramón y Olga Muñoz. 

El tema es que la poesía no es cuestión ni de hombres, ni de mujeres.

Esa es mi tesis, porque yo cuando me hablan de poesía femenina me echo a temblar, además ¿quién le pregunta a un hombre si hace poesía masculina? Es curioso, porque eso nunca se había tratado como si la poesía femenina tuviera que aludir al cuerpo de la mujer. Los libros deberían publicarse sin el nombre del autor o de la autora y nos sorprenderíamos si lo ha escrito un hombre o una mujer. 

Fue medalla de Extremadura en 2019 al igual que Robe de Extremoduro y Luis Landero, entre otros. 

Hay mucha gente valiosísima como Luis Landero, Javier Cercas, Pureza Canelo, Santiago Castelo que la tuvieron en su día. Para mí supuso un orgullo enorme y una felicidad muy grande. Me dio mucha alegría por mi padre, porque no estaba y también porque se reconociera la poesía. Que piensen en un poeta o en una poeta, como fue en mi caso, me lleno de satisfacción.